EL ARTE DE ESCUCHAR
Hay
personas que son dotadas con el arte de escuchar.
Es,
sin duda, un difícil arte que requiere de mucho cultivo.
Escuchar
es atesorar lo del otro.
Escuchar
es saber comprender.
Escuchar
es ponerse en el lugar del otro.
Escuchar
no es buscar, necesariamente, sacar conclusiones.
Escuchar
no es realizar, necesariamente, interpretaciones.
Escuchar
no es dar recetas.
Escuchar
es prestar un oído para que el otro no se sienta solo.
Escuchar
es quedarse en lo esencial del otro.
Escuchar
es ayudar a discernir.
Escuchar
es permitir que lo del otro pase a ocupar un lugar en quien escucha.
Escuchar
es mucho más que, simplemente, oír.
Para
poder escuchar hay que estar en sintonía con el otro.
Cuando
uno escucha intenta no quedarse en las consecuencias sino que busca desentrañar
el meollo de la cuestión.
Cuando
uno escucha debe hacerlo con honestidad para no quedarse con lo superficial.
Escuchar
es, siempre, dar una mano.
Escuchar
es, necesariamente, sepultar en sí lo escuchado.
Conozco
una persona que siempre dice “Lo mío es escuchar”
No
es un don cómodo puesto que debe estar a la orden cuando alguien le necesita.
No
es un don sencillo puesto que no hay vacaciones o licencias.
Se
debe estar siempre disponible para cuando alguien necesita ser escuchado.
Ser
escuchado es casi un sinónimo de desahogo.
Ser
escuchado es casi un sinónimo de cruce de caminos.
Ser
escuchado es casi un sinónimo de buscar y no encontrar herramientas.
Por
ello el que tiene el don de escuchar necesita de tolerancia y paciencia para
escuchar.
El
que tiene el don de escuchar requiere de mucha apertura de mente y corazón.
El
que tiene el don de escuchar es un ser, por naturaleza, generoso en extremo.
No
requiere de la capacidad de conocer todas las respuestas ni tener la sabiduría
para utilizar enjundiosas palabras.
Quien
se manifiesta solamente necesita ser escuchado y establecer la confianza como
para transitar juntos trozos de camino.
No
siempre se va en busca de una receta solucionadora de la situación.
No
siempre se va en busca de una palabra que salga al cruce de lo planteado.
Lo
primero que se busca es un oído que escuche.
Por
ello es que digo un difícil arte.
Uno
se ve en la tentación de plantear respuestas o soluciones.
A
las respuestas y soluciones solamente puede llegar quien está viviendo lo que
plantea.
Son
realidades muy personales que se deben solucionar desde allí.
Quien
escucha es alguien que está fuera y jamás debe olvidar tal cosa.
Me
dirá que estando fuera se puede tener una visión más objetiva de la situación y
es verdad.
Pero
quien está fuera no maneja lo íntimo por lo que se llegó a la necesidad de ser
escuchado.
Quizás
sea muy difícil no sentirse involucrado con alguna determinada realidad que se
plantea pero uno debe ir haciendo el empeño para llegar a tal conducta.
Por
ello el difícil arte de escuchar no es para cualquiera.
Admiro
a quien sabe que “lo mío es escuchar” y lo pone al servicio de los demás.
Padre Martín Ponce de Leon SDB