Invitados a la lectura de Platón
P. Fernando Pascual
2-9-2017
La muerte suele sellar
definitivamente una vida. Pero también puede ser el inicio de una apasionante
aventura intelectual. Cuando Platón ya no pudo deambular por las calles de
Atenas y partió hacia el mundo desconocido del que tanto nos hablan sus
Diálogos, la humanidad comenzó un camino de discusiones sobre su pensamiento,
que todavía se encuentra lejos de llegar a una conclusión satisfactoria.
Interpretar los Diálogos de
Platón ha sido, siempre, una aventura estimulante. Esa aventura pone, a quien
quiere estudiarlos, ante una serie de preguntas de envergadura. ¿Cuál es la
manera correcta de leerlos, de examinarlos? ¿Cómo podemos estar seguros de la
autenticidad de los escritos que la tradición nos ha conservado bajo su nombre?
De ser de él, ¿en qué orden cronológico fueron compuestos
los Diálogos?
El cúmulo de reflexiones que
van desde lo que se encuentra más allá del cielo, hasta la discusión sobre la
naturaleza del barro o de la pesca, ¿nos permiten acceder a un pensamiento que
pueda ser comprendido de modo orgánico? En ocasiones uno tiene la tentación de
preguntarse: ¿realmente Platón llegó a comprenderse a sí mismo?
Quien lee lo que Aristóteles, Espeusipo y Jenócrates dicen de
su maestro Platón, tiene la impresión de que una nube misteriosa y oscura nos
ha ocultado su pensamiento más genuino... Y si constatamos qué difícil es
distinguir entre lo que pertenece a Sócrates y lo que serían ideas originales
de Platón, la cuesta se hace más empinada.
La pregunta por el verdadero
Platón podría coincidir con una pregunta más radical y comprometedora: ¿qué es
la filosofía? Dentro de la filosofía, ¿qué lugar ocupa quien ha dejado, para la
inquietud de los estudiosos de todos los tiempos, un cúmulo de doctrinas tan
ingente y, según algunos, tan desarticulado?
Más en profundidad, nos
preguntamos: ¿qué es el hombre? ¿Qué soy yo como hombre? La pregunta por Platón
se convierte en una marcha tras un Proteo, en transformación continua, pues la
respuesta ha variado tanto como ha variado la historia de la humanidad.
A pesar de las dificultades,
estudiar a Platón estimula hoy, como en otras épocas, a reflexionar, a abrir la
mente, a recorrer caminos diferentes, a dar marcha atrás cuando se llega a un
callejón sin salida, a denunciar prejuicios y a liberarse de opiniones comunes
mal fundamentadas.
Por ello, Platón conserva en
nuestro tiempo una actualidad sorprendente. Su lectura invita a tomar
posiciones sobre sus "propuestas". A favor o en contra, lo que interesa
es haber reflexionado sobre premisas y sobre conclusiones. Luego, cada uno
seguirá en camino, estimulado por el Fundador de la Academia, que a su vez
había sido estimulado por un inquieto y fascinante ciudadano de Atenas: el incansable
y misterioso Sócrates.