LA MIRADA DE JESÚS
El Papa Francisco, en una
de sus primeras intervenciones, habló de la necesidad de “recuperar la mirada
de Jesús”
Utiliza la expresión
“recuperar” en un claro sentido.
Solamente se recupera
aquello que se ha perdido o dejado.
No se recupera lo que se
posee o utiliza.
Para recuperar la mirada de
Jesús necesitamos acercarnos a la única fuente posible para saber cuál era tal
mirada.
Es imposible acercarse a
Jesús, para conocerle, sin recurrir a los relatos evangélicos.
Allí nos encontramos con
una persona a quien debemos descubrir.
Por más que ya hayamos
leído tales relatos en más de una oportunidad siempre nos encontramos con
realidades novedosas de esa persona que allí se nos muestra.
“No he venido para los
sanos sino para los enfermos”
“He venido para las ovejas
descarriadas del pueblo de Israel”
Enfermos y descarriadas
dicen de pecadores.
Ha venido para
aquellos a quienes la religión marginaba
por su condición de pecadores.
Ha venido para quienes, por
su condición, se saben excluidos.
No ha venido a presentarnos
un Dios que excluye sino a un Dios que integra.
Por ello su actividad se
desarrolla en los caminos y en los espacios despoblados.
Es allí donde se puede
encontrar con los excluidos.
Perdona, libera, cura y salva.
Lo suyo no pasa por eventos
rituales sino por el encuentro humano.
Los eventos rituales
marginaban.
Los encuentros humanos
liberan.
Es un ácido cuestionador de
la religión del Templo.
Esa religión se ha hecho
para “los sanos” y, los mismos, no necesitan de Él.
En el Templo no están los
destinatarios de su mirada fraterna y cercana.
En los caminos se
encuentran los que experimentan la necesidad de convertirse.
Su pecado los ha marginado
de la vida del pueblo y experimentan la necesidad de reintegrarse.
Su realidad les hace tomar
conciencia de la necesidad de un cambio en sus vidas.
Son esas personas con las
que se encuentra y sana.
Cabe recordar que, en aquel
tiempo, se consideraba a la enfermedad como una manifestación de la condición
de pecadores.
Sanarles no era, solamente,
liberarlos del pecado sino, también, devolverles su condición de integrantes
del pueblo.
Ya no tenía razón su
marginación. Volvían a saberse integrados a su familia y a la nación.
Soy un convencido de que
este es un aspecto de la mirada de Jesús que debe recuperarse.
Hemos, por muy diversas
razones, construido una religión que margina en nombre de Dios.
Hemos construido una
religión “de” y “para” los sanos.
Hemos construido una
religión donde, por muy diversas razones, hay muchos excluidos.
“Recuperar la mirada de
Jesús” es volver a mirar fuera de los templos.
Es, sin duda, un trabajo
arduo.
Es, sin duda, un empeño humanizador.
Es, sin duda, un desafío
que debemos emprender aunque la vida se nos vaya en el intento.
Padre
Martin Ponce de León. SDB