Naipes
(y Biblia): el olivo
Padre
Pedrojosé Ynaraja
Ya me referí en otra ocasión al olivo
y al aceite, espero que, como no reviso textos anteriores, lo que hoy escriba,
no será repetición. Escojo el tema por dos razones. La primera es que en el
juego de baraja al que me vengo refiriendo esta temporada, uno de los naipes se
refiere al olivo, tal como reproduce la ilustración. El otro motivo es que ya
que estoy escribiendo a finales de septiembre y en un paisaje y clima
mediterráneo, la actualidad arbórea más vibrante son los olivos, árbol rey, que
está a punto de ofrecernos sus frutos. Del que tengo en casa, el que he
fotografiado hoy mismo, sus pequeñas olivas son todavía de color verde. Si las
cogiera, además de que su sabor sería amargo, el contenido aceitoso sería
escaso. Hay que esperar a que se tornen oscuras, si uno quiere estrujarlas y
que proporcionen alguna gota de aceite. Si uno quiere saborearlas entonces,
continuarán siendo todavía desagradables. Sometidas durante un tiempo al remojo
en agua salada, se consigue que gocen de atractivas cualidades organolépticas.
LEALTAD
Que aparezca alguna foto de higos e
higuera, es por pura lealtad a lo que la naturaleza me ofrece también estos
días. Comprobé este año la aparición de las primeras brevas y les saqué una
foto. Al cabo de poco habían desaparecido. No es el mío el clima que más le
gusta a este privilegiado árbol. Mi higuera, la que franquea la puerta de mi
domicilio actual, es muy joven, la planté al llegar, hará de esto unos 20 años,
mediante un esqueje. Prosperó pronto y creció. En primavera ya he dicho que
perdió las brevas, pero en llegando el final del verano, van madurando los
higos poco a poco. No son muchos, los voy comiendo de uno en uno cada mañana,
cuando todavía conservan la frescura de la noche y puedo saborearlas con calma.
Fríos y de piel tersa, no son dulzones como arrancados al mediodía, blandos y
calientes. Abiertos en canal, se hace patente en sus entrañas que cada uno en
realidad no es un fruto, sino una infrutescencia, es decir multitud de semillas
oscuras, protegidas por un ajustado manto de piel verde. Recuerdo que, con los
dátiles y la miel, eran la única experiencia de sabor dulce que tenía un
israelita y me sumerjo en las satisfacciones que pudieron apreciar tantos
personajes bíblicos. Y el mismo Jesús también, sin olvidar a Santa María, que
le enseñaría a abrirlo por la mitad, cuando todavía el Niño era pequeño.
FÁBULA
BIBLÍCA
El olivo y la higuera son
protagonistas destacados de una fábula bíblica. De la más curiosa fábula que
aparece en el texto sagrado. En la etapa escolar se nos da noticia de las
fábulas propias de la cultura clásica, Esopo, Horacio, aunque las que tal vez
aprendíamos de memoria, en casa o en el colegio, fueran posteriores, La
Fontaine, Iriarte y Samaniego…
En las culturas cananeas ya se usaban
narraciones didácticas cuyos actores eran animales o plantas. La Biblia imita
estos géneros, la serpiente del Paraíso o la burra de Balaam, son prueba de
ello. Ahora bien el texto más preclaro es el que nos ofrece el libro de los
Jueces (9, 8ss) y que copio ahora, para comodidad de los lectores.
EL CANDIDATO
La narración se sitúa en tiempos de
elecciones, tema también muy actual, y que cada uno aprenda la lección. Se
buscan candidatos, cosa que no es rara tampoco en nuestro presente. Al
candidato escogido no le place la idea de convertirse en rey, aunque se trate
del pequeño territorio de Siquem y se dirige al auditorio con las siguientes
palabras:
“Los árboles se pusieron en
camino para ungir a uno como su rey. Dijeron al olivo: "Sé tú nuestro
rey." Les respondió el olivo: "¿Voy a renunciar a mi aceite con el
que gracias a mí son honrados los dioses y los hombres, para ir a vagar por
encima de los árboles?". Los árboles dijeron a la higuera: "Ven tú,
reina sobre nosotros." Les respondió la higuera: "¿Voy a renunciar a
mi dulzura y a mi sabroso fruto, para ir a vagar por encima de los árboles? Los
árboles dijeron a la vid: "Ven tú, reina sobre nosotros." Les
respondió la vid: "¿Voy a renunciar a mi mosto, el que alegra a los dioses
y a los hombres, para ir a vagar por encima de los árboles?" Todos los
árboles dijeron a la zarza: "Ven tú, reina sobre nosotros." La zarza
respondió a los árboles: "Si con sinceridad venís a ungirme a mí para
reinar sobre vosotros, llegad y cobijaos a mi sombra. Y si no es así, brote
fuego de la zarza y devore los cedros del Líbano."
El relato sigue refiriéndose a la
situación del pueblo: Ahora pues, ¿habéis obrado con sinceridad y lealtad al
elegir rey a Abimélek? ¿Os habéis portado bien con Yerubbaal y su casa y le
habéis tratado según el mérito de sus manos? Mi padre combatió por vosotros,
arriesgó su vida, os libró de la mano de Madián; y vosotros os habéis alzado
hoy contra la casa de mi padre, habéis matado a sus hijos, setenta hombres
sobre una misma piedra, y habéis puesto por rey a Abimélek, el hijo de su
esclava, sobre los señores de Siquem, por ser él vuestro hermano. Si, pues,
habéis obrado con sinceridad y lealtad con Yerubbaal y con su casa en el día de
hoy, que Abimélek sea vuestra alegría y vosotros la suya. De lo contrario, que
salga fuego de Abimélek y devore a los señores de Siquem y de Bet Milló; y que
salga fuego de los señores de Siquem y Bet Milló y devore a Abimélek. » Y Jotam
huyó, se puso a salvo y fue a Beer, donde se estableció, lejos del alcance de
su hermano Abimélek.
SEÑAL DE RIQUEZA
Poseer olivos era señal de riqueza,
prueba de ello es lo que se dice del rey Salomón. El aceite, llamado también
oleo cuando se utiliza principalmente para finalidades no culinarias, más bien
simbólicas, se extraía en tiempos muy antiguos mediante pisado. ¡pobres pies
los del trabajador que le tocaba hacerlo! piensa uno. Habla de ello un texto de
Miqueas (6, 15).
En los tiempos que nos importan,
se utilizaba la fricción de dos grandes piedras que expulsaban por sus bordes
el preciado líquido. Era lo que hoy en día se denomina aceite virgen. Debía
posteriormente separarse de las impurezas sólidas que acompañaban, mediante el
paso por depósitos de agua. El aceite permanecía en superficie, las partículas
se hundían en las tinas. Para conseguir aceite se necesita grandes cantidades
de agua, he dicho y repetido a mis acompañantes, al mostrarles las pilas que
todavía existen en Getsemaní y que se llenaban del agua del torrente Cedrón que
pasa por allí a unos 50 metros, hoy oculto bajo tierra. En la actualidad he observado
cómo se separan el aceite del resto, pulpa, hueso y otras impurezas, mediante
centrifugación. Hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad, que diría el
de la zarzuela.
MÚLTIPLES
USOS
El aceite tenía múltiples usos:
alimentación, medicina, unción sacerdotal, de reyes y altares…significaba en el
caso de utilización sagrada, que se pretendía infundir alegría, fuerza
espiritual, salud, luz y vigor al que se le aplicaba. En el Templo se ofrecía
flor de harina frita en una sartén, amén de alimentar con aceite las cazoletas
del candelabro de los siete brazos o Menorá y demás utensilios de iluminación.
La unción ritual era un gran gesto
litúrgico en la tradición israelita, de tal manear que al “Enviado” se le
llamará Mesiah, Gristos, Unctus, Ungido. Se trata de Nuestro Señor Jesús, el
Hijo de Dios.
El pueblo bíblico era muy dado a
los aromas, casi todos de procedencia vegetal y estado sólido. Se servían de
ellos o quemándolos en altares-braseros, si se trataba de perfumar ambientes o
algunos mezclándolos con aceite que servía de vehículo o excipiente, para
facilitar su aplicación corporal.
PISAPAPELES
Explicaré ahora el origen del objeto fotografiado junto a los vegetales. Se trata de un pisapapeles que un amigo, peregrino a Tierra Santa en 1904, ausencias de más de dos meses implicaban tales viajes, le trajo de recuerdo a mi abuelo, prohombre calagurritano. Es un corte de tronco de olivo, con los símbolos del lugar y la inscripción Jerusalén, todavía clara. Y otra en hebreo que ignoro su significado. Este objeto y el agua del Jordán que conservaban en casa, recuerdo del bautismo de una de mis hermanas, conservado con devoción, opino predispusieron mi ánimo hacia la veneración y estudio de la Biblia, que tanto me apasiona.