MAL
CARÁCTER
Hace poco tiempo una
persona se reía porque se había enterado tengo mal carácter.
Disfrutaba haber conocido
esa faceta de mi persona.
No se enteró porque hubiese
demostrado mi carácter en algo para con ella.
No se enteró porque me haya
visto actuando producto de un enojo.
Se enteró porque alguien le
comentó tal cosa.
Nunca lo he ocultado.
En muchas oportunidades he
realizado, con naturalidad, la historia de tal realidad.
Mi abuela solía decirme:
“Heredaste de tu abuelo lo peor: el carácter”
Mi madre solía decirme:
“Heredaste el genio de tu padre”
Así viví muchos años de mi
vida con la certeza de que ello era parte de mí.
Un día, hace muchos años,
entré a un lugar y los chicos dijeron: “Vámonos que el Padre viene bravo”
No había dicho ninguna
palabra, simplemente había entrado.
Ese día algo me hizo tomar
conciencia de que debía cambiar.
Fueron muchos años
conviviendo con el empeño constante de cambiar.
Un cambio que no era dejar
de lado mi carácter puesto que ello era un imposible.
Un cambio que era el
potenciar otras realidades, que también estaban en mí, y necesitaba hacer
crecer.
Fueron muchos años de una
lucha entre logros y errores.
Al comienzo eran más los
errores que los logros.
Con el paso del tiempo,
podía decir, ambos se encontraban equilibrados.
Hoy, me ilusiono, los
logros son más que los errores.
En oportunidades me han
dicho “Lo hemos domado”.
No respondo a tal
comentario pero sé que no es muy real.
De aceptar tal cosa estaría
desconociendo el mucho tiempo de lucha interior.
Tampoco puedo negar el
haber sido ayudado en tal convicción.
Sé que si hay algo que me
ha ayudado muchísimo es el contacto frecuente con quienes compartimos la mesa.
Han sido ellos, con sus
situaciones de vida, quienes me han facilitado la tarea.
Han sido ellos, con sus
vivencias, quienes han apurado mi empeño.
Antes era una cuestión de
morderme y tragar.
Ahora es una cuestión de
escuchar y aprender.
Hoy sé que todo se limita a
aceptar.
Soy muy consciente de que
mi mal carácter continúa estando en mí.
Es algo que siempre va a
ser parte de mi forma de ser.
Pero, también lo sé, hoy
predominan en mí realidades que siempre, también, estaban.
No he dejado de ser quien
soy, simplemente he revertido algunas realidades en mi vida.
Debo estar muy atento
puesto que en cualquier momento “se me puede saltar la cadena”
No puedo decirme que ya lo
he logrado puesto que habrá de ser un empeño constante.
Siempre debo estar alerta
para no destruir lo logrado.
Si mañana volviese a tener
un arrebato de mal carácter debo tener muy presente que es posible y debo
volver a intentarlo.
La persona disfrutaba el
descubrimiento que había realizado. Yo me decía que jamás podría enojarme con
ella.
Aceptación, respeto y
afecto son claves para un trato correcto.
Aceptación, respeto y
afecto son realidades que colaboran para dejar de lado realidades negativas que
cualquiera puede descubrir en uno mismo.
Padre
Martin Ponce de Leon SDB