CADA DÍA SU AFÁN Diario de León
UN ROSARIO POR LA PAZ
El día 15 de
septiembre de 1966 el papa Pablo VI publicaba la encíclica Christi Matri. que parece haber sido olvidada con el paso de los
años.
En ella evocaba la
guerra que se estaba desarrollando en la región del Asia Oriental. Confesaba él que su ánimo se sentía
perturbado también por los acontecimientos que se desarrollaban en otras
regiones.
Y mencionaba, en concreto, “la
creciente competencia de las armas nucleares, el insensato deseo de dilatar la
propia nación, la inmoderada estima de la raza, el ansia de derribar las cosas,
la desunión impuesta a los ciudadanos, las malvadas asechanzas, las muertes de
inocentes”.
Recordaba Pablo VI el interés que él
mismo había demostrado desde el comienzo
de su ministerio apostólico en trabajar por la causa de la paz en el mundo.
Como ejemplo de su empeño citaba la
visita que había realizado el año anterior a la Sede de las Naciones Unidas en
la ciudad de Nueva York. Allí había exhortado a los representantes de todas las
naciones a establecer la paz entre los pueblos.
Pues bien, a un año de distancia de
aquella histórica visita, rogaba a los jefes de las naciones que procuraran que
no se extendiera más el incendio y que incluso se extinguiera por completo.
Había llegado la hora de dejar las
armas, de escuchar a la conciencia y de pensar en el futuro. Con un tono que recordaba el de su discurso
en la ONU, escribía: “En nombre del Señor gritamos: ¡alto! […] Hay que llegar a
una paz basada en la justicia y en la libertad, de modo que se tengan en cuenta
los derechos de los hombres y de las comunidades; de otra forma será incierta e
inestable”.
Con palabras tomadas de san Agustín,
afirmaba Pablo VI que la paz es «un bien
tan grande, que aun en las cosas terrenas y mortales,
nada más grato se suele escuchar, nada se desea con más anhelo, y nada mejor se puede encontrar»
Recordando a la Virgen María, a la
que él mismo había nombrado “Madre de la Iglesia” durante la tercera sesión del
Concilio, deseaba que en el mes de octubre todos los fieles pidieran a Dios el
don de la paz “mediante el rezo piadoso del rosario a María, la Madre clementísima”.
Han pasado ya más de cincuenta años desde
la publicación de aquella encíclica Christi
Matri. El escenario del Asia Oriental, marcado entonces
por la guerra de Vietnam, ha pasado al centro y al oeste de Asia. Hemos visto
la caída del muro de Berlín y el final de la “guerra fría”. Pero persisten las
tensiones entre los bloques, los conflictos continúan, el terrorismo azota por
todas partes y la amenaza nuclear es tan aguda como entonces.
En este mes de octubre, el rezo del
rosario puede ayudarnos a meditar los misterios de la vida de Jesucristo, como Pablo
VI señalaba. Pero puede también mover nuestros corazones para desear e implorar
el don divino de la paz y promover entre nosotros actitudes de concordia y de
fraternidad.
José-Román Flecha Andrés