Malentendidos
P. Fernando Pascual
7-10-2017
No siempre conseguimos
explicarnos bien. Por eso es fácil que surjan entre nosotros malentendidos,
unos más simpáticos y otros más serios.
Acordamos reunirnos a las
cinco de la tarde, el otro entendió que era a las siete. Explicamos que no
vamos a contestar mensajes en la red social, y nos envían una consulta poco
importante. Pedimos que nos hagan cita con el dermatólogo, y la consiguen para
el oculista...
Las causas de los
malentendidos pueden ser varias. A veces, por culpa de las prisas. Otras veces
creemos haber entendido lo dicho cuando en realidad no captamos bien. En
ocasiones, simplemente hay poco interés en el tema y lo afrontamos con la
brocha gorda...
Las consecuencias van desde
enfados serios (esa cita era realmente importante) hasta un poco de risa:
pedimos como regalo una camisa azul y llegó amarilla.
Ante estas situaciones, basta
con analizar cuáles fueron las causas, estar más atentos, buscar paliar los
daños (cuando se producen), y tener un poco de sentido del humor.
Cuando sea necesario, habrá
que pedir perdón, sobre todo si la otra parte sospecha que hubo negligencia o
incluso malicia por nuestra parte.
Mientras, la vida sigue su
curso. Lo que pasó, pasó. Hay mil cosas importantes que acometer. El
malentendido queda para la historia.
Llega el momento de planear
nuevas citas, de organizar las actividades para el día siguiente, de explicar a
la abuela en qué orden se toman las medicinas, y de tener paciencia si nos
vuelven a llamar para preguntar, por cuarta vez, la misma dirección...