Naipes (y Biblia): habas
Padre Pedrojosé Ynaraja
Siento una cierta nostalgia por esta
leguminosa. La guerra civil y la postguerra fue época de carestías y
dificultades. Omito cualquier referencia a la situación política, sus
responsabilidades y consecuencias sociales, me ciño al estricto ambiente familiar,
tal como lo recuerdo.
Después de cenar mi familia unida y
reunida, rezaba el rosario. Mi padre pasaba las cuentas, mi madre recitaba la
primera parte del Avemaría y todos respondíamos la segunda. Mientras tanto la
mayor parte de las noches, repasábamos los granos de lo que sería manjar del
día siguiente. Si era jueves los hijos decíamos con sorna: esto no es comida de
viernes, que tiene mucha carne, refiriéndonos a los gorgojos que tanto
abundaban. De cuando en cuando en medio de la mesa se extendían las que hoy me
toca hablar, su tamaño facilitaba la tarea de escoger las que no tenían
bichitos. Acabada la revisión y el rezo del rosario, se ponían en remojo. A la
hora de comer tocaría, evidentemente, puré de habas, ni especialmente
apetecible, ni desagradable, ni fu, ni fa.
HABAS
Y LEGUMBRES
Advierto que la cita que pone el naipe
que aparece en este artículo, la he consultado en varias traducciones de la
Biblia y en todas ponía legumbres y no habas, cosa que no es del todo inexacta,
pues legumbres lo son, sin duda alguna.
Me detengo un momento en este pasaje
que copio textualmente: “Pero Daniel dijo al mayordomo a quien el jefe de los
oficiales había nombrado sobre Daniel, Ananías, Misael y Azarías: Te ruego que
pongas a prueba a tus siervos por diez días, y que nos den legumbres para comer
y agua para beber. Que se compare después nuestra apariencia en tu presencia
con la apariencia de los jóvenes que comen los manjares del rey, y haz con tus
siervos según lo que veas.…” (Dn1, 12ss). Continúa la narración diciendo que el
aspecto de los israelitas fue muy superior al de los otros de la corte, que se
preparaban para ejercer un papel en cierta manera, de consejo consultivo de
estado. Sin pretenderlo, resulta ser un alegato a favor del vegetarianismo, que
no sé qué alguien de los que defienden y practican esta práctica dietética, lo
hayan citado. Y aunque anecdóticamente descrita, se trata de Palabra de Dios,
que nadie se atreverá a incluirla en su inerrancia.
HUMUS
Y FALAFEL
Cuando uno viaja por libre y disciplinadamente
por tierras de Israel, comerá Humus y Falafel, por la mañana, al mediodía y al
atardecer. Al principio cree que se trata de albóndigas de carne picada o algún
extracto animal derivado, junto con el sésamo y el ajo, emulsionado todo ello en
puro aceite de oliva. Rico y equilibrado alimento, pues. Más tarde se entera de
que de carne, nada de nada, que son garbanzos o alguna otra legumbre.
Pensándolo bien no se decepciona, recuerda los elogios que ha aprendido
respecto a la proteína vegetal, tan abundante en las leguminosas y tan
fácilmente asimilable (estoy recordando la carne de buey y con ella la
comparo). Amén de la fibra e hidratos de carbono, que no son moco de pavo.
Quienes de antemano tienen reservada mesa en restaurantes propios de clientes
latinos, no pasan por estos trances, o desconocen que las habas era
privilegiado manjar de los mismos faraones.
LAS
HABAS
Las habas que hoy en día comemos,
generalmente, son verdes. Se plantan después de las lluvias tempranas de otoño
y se recogen a finales de la primavera. Si son tiernas se comen con “calzón”,
si han llegado a su plenitud solo las semillas, tal como aparecen en la
ilustración que acompaña. Entre nosotros, generalmente, van asociadas a otros
guisos.
Tanto hablar de las habas y me he
olvidado de definirlas. Lo haré brevemente. Su nombre científico es “Vicia
faba”, sus flores de cierto aire misterioso, pertenecen a las llamadas
papilionáceas, cinco pétalos blancos o amarillentos, agrupados y coloreados de
tal manera, que con cierta imaginación, semejan mariposas, de aquí la
denominación. El fruto es una legumbre, una vaina casi cilíndrica, que alberga
en su interior varias semillas. Por si no ha quedado claro, advierto que lo que
mi madre llamaba calzón, es esta envoltura, de buen sabor y tierna, si es
temprana, y tacto áspero.
DOS VECES
En la Biblia
nuestra planta solo aparece mencionada explícitamente dos veces:
“Y tú toma
para ti trigo, cebada, habas, lentejas, mijo y avena, y ponlos en una vasija, y
hazte pan de ellos...” (Ez. 4:9a). Se trata de un signo profético que se le
ordena a Ezequiel. Lo curioso del caso es que es la única receta culinaria que
aparece explícitamente en la Biblia, de aquí que irónicamente, los eruditos
bíblicos la llaman «el pan de Ezequiel.
“Trajeron a
David y al pueblo que estaba con él, camas, tazas, vasijas de barro, trigo,
cebada, harina, grano tostado, habas, lentejas, garbanzos tostados, miel
manteca, ovejas, y quesos de vaca, para que comiesen...”(2S 17,28ss). Esta
carta o minuta, sin duda, es más apetitosa, dicho sea de paso. El Rey huía de
la rebelión de su hijo Absalón y cruzado el Jordán y a salvo del ejército
enemigo, se le ofrece este variado y selecto menú. Es un episodio, como tantos
otros, que se mezclan estrategias militares, espionaje y hasta un suicidio.
Escándalo de lectores que no saben situarse en otros tiempos, para juzgar
conductas.
HARINAS
Sabemos que
en tiempos de carestía, para no prescindir del pan, alimento diario e
indispensable de todo israelita, a la poca harina de trigo que se disponía, se
le juntaba como aditivo barato, habas secas molidas. Hoy en día la harina de
haba es más cara que la de trigo, pero los tiempos cambian y el comercio
también.
No podía
faltar en esta presentación sencilla, las virtudes que la medicina alternativa
atribuye a las habas. Copio ahora textualmente, lo que guardo sin saber de
dónde lo he sacado. El google satisfará a quien desee saber más a este
respecto.
“Las
legumbres también contienen químicos que inhiben el crecimiento del cáncer y
ayudan a controlar la insulina y los niveles de azúcar en la sangre tan vitales
para la buena salud de los diabéticos. En un nivel más rutinario, las judías
ayudan a prevenir y a curar el estreñimiento. Pueden detener las hemorroides,
impedir que se desarrollen otros problemas relacionados con los intestinos y
ayudan a curarlos si ya se sufre de estos padecimientos. En esos tiempos
antiguos, las habas o judías y los ajos eran a menudo hervidos juntos,
produciendo con esto una versión primitiva de medicina para acabar con los
resfriados más persistentes”
¡Buen provecho!