Historia, vencedores y
vencidos
P. Fernando Pascual
21-10-2017
La lucha caracteriza miles de
momentos de la historia humana. Dos o más posiciones se contraponen. Unos
vencen, otros pierden.
Para algunos, el resultado lo
decide todo. Los vencedores exultan. Los perdedores lloran.
En realidad, el tiempo humano
no es suficiente para evaluar quién ganó y quién perdió realmente. Porque quien
triunfa con sus injusticias, ha perdido miserablemente en cuanto ser humano,
mientras que el inocente derrotado ha vencido gracias a su honestidad.
Si con el pasar de los meses y
los años los vencedores desde la injusticia parecen emborrachados con su
triunfo y los derrotados inocentes siguen en su fracaso, hace falta suponer que
habrá algo, fuera del tiempo, que ponga las cosas en su sitio.
Eso lleva a admitir que exista
una vida y un juicio tras la muerte, un tiempo que supere los límites del
tiempo de la historia. Porque no puede quedar sin castigo un culpable
"triunfador" en la historia, ni merece una muerte amarga el inocente
derrotado.
El Papa Benedicto XVI ofreció
esa idea en su encíclica "Spe salvi", con la mirada puesta en un Dios bueno, en el
que la justicia, unida a la misericordia, llegaba a la plenitud.
Mientras el mundo sigue su
marcha frenética, con revolucionarios y golpistas que aplastan a pueblos
enteros, con democracias aparentes que legalizan la muerte de hijos indefensos
antes del nacimiento o el despido injusto de miles de trabajadores, da consuelo
esperar en el triunfo definitivo del bien.
La historia en nuestro planeta
no es la última palabra sobre quiénes vencen y quiénes son derrotados. Solo lo
que inicia en el más allá permite identificar que fracasó completamente quien
murió en la injusticia, y que triunfó para siempre el que vivió para el amor y
supo acoger la misericordia al perdonar y al pedir perdón.