UNA EXTRA
Me preguntaron: “¿Por qué,
usted, se pone en tal situación?”
No debía quedarme sin una
respuesta.
No debía limitarme a alzar
los hombros como dando a entender no sabía por qué lo hacía.
Hace más de un año, una
noche de mucho frío, salimos a buscarle.
Sabía dormía en la calle.
Podía estar debajo de un puente o en algún otro lugar.
Luego de unas cuantas
vueltas logramos encontrarlo.
Tapado por unos cartones
acostado sobre un banco en el acceso al mercado.
Desde esa noche,
prácticamente, nunca ha dejado de venir.
En oportunidades ha llegado
en estado calamitoso por la bebida, algunas veces ha llegado apenas tomado y
muy pocas veces ha llegado completamente sobrio.
No hace mucho dejó de venir
a compartir la mesa y a dormir por la noche.
Pasé por donde se encuentra
y le vi. No le había pasado nada grave.
Estaba durmiendo sobre una
de las veredas de la ciudad.
Pasaban los días y su
ausencia era notoria.
Un día me entero le habían
internado en el hospital.
Voy a visitarle y lo
encuentro allí.
Pocos días después regresé
a visitarlo y a llevarle algo de tabaco.
Estaba limpio, con el pelo
corto, con una cama para dormir y comida asegurada.
Al tiempo se apareció para
preguntarme si podía venir a dormir.
Le pedí trajese los
remedios y un papel que indicase cómo debía tomarlos.
De esto ya hace casi un
mes.
Desde ese día no ha salido
de la casa.
Se limita a muy pocas
actividades y a mucho dormir.
Sin duda, su mente,
extraviada por el alcohol, lo mantiene en un mundo de irrealidades.
“Qué suerte que viniste así
me llevas a la escuela porque perdí la mochila con los cuadernos”
“Anoche, en el respaldo del
sillón estaba tu cabeza”
“¿Quién es flaco que, de
noche, trae una cama y duerme aquí? Antes de irse con la cama pasa y me da una trompada”
“Cuando me desperté habían
tres demonios con espadas que querían matarme”
“Ayer me habían cortado una
pierna y debía andar en silla de ruedas”
Su mente divaga entre
sueños y “Estoy quedando loco, entonces”
Sin duda es una extra el
deber cuidar no le falte nada.
Es una extra alcanzarle los
remedios para que los tome.
Es una extra escucharle sus
divagues.
Es una extra tratar de ayudarle
a descubrir realidad y sueño.
Es una extra deber tratar
de convencerlo de que coma o tome agua.
Es una extra que uno realiza
con todo gusto puesto no implica ningún empeño.
Me asombra su docilidad y
su serenidad.
Me asombra su aceptación y
su voluntad para reírse de sí mismo.
No puedo dejar de reconocer
las muchas manos recibidas en esta extra.
No puedo dejar de reconocer
que sin esas manos solidarias todo sería imposible.
No puedo dejar de reconocer
que sin ellas sería demasiado difícil poder intentar responder a tal realidad.
Volviendo a la pregunta del
comienzo solamente me limité a decir: “Es lo que debo hacer”.
Nuestra vida está llena de
esas extras que Dios va poniendo en nuestro camino y son lo que debemos hacer.
Padre Martin Ponce de Leon SDB