LAGRIMAS
Desde su momento particular
de salud paso por su casa.
Cada tanto me llego hasta
allí para saber de su salud.
Al comienzo eran preguntas
sin respuestas.
Con el paso del tiempo
fueron resultados de análisis.
Fue su decisión plena de
coraje y determinación.
Siempre su sonrisa
brillante y su fe.
Es muy difícil no salir de
su casa con una extraña sensación.
Uno va con la intención de
brindar cercanía y apoyo y se retira con la sensación de haber recibido mucha
cercanía y muchísimo apoyo.
Desde su rostro luminoso,
su sonrisa y su confianza uno siente ha sido ayudado.
Muchas veces, al retirarme
de su casa, me pregunto si he ido a brindar una mano o a recibir una mano.
Verdaderamente posee una
capacidad particular.
Cuando todo era
incertidumbre sobre su salud y su futuro ella sabía brindar determinación y
esperanza.
“Tengo mucha fe pero,
también, tengo miedo”
Las lágrimas aparecen en
sus ojos y no se puede determinar si las mismas son producto de su miedo o de
su tremendo coraje.
Coraje para decidir, coraje
para no bajar los brazos, coraje para confiar, coraje para luchar hasta las
últimas consecuencias.
No trata de disimular sus
lágrimas sino que permite que las mismas corran por su rostro.
Deja que sus lágrimas
desciendan por su rostro y las mismas no despiertan otra cosa que admiración y
afecto.
No busca, con sus lágrimas,
ponerse en el papel de víctima sino en el rol de combatiente decidida.
Es muy difícil ser
indiferente a esas lágrimas por más que las mismas corran en abundancia.
Es la luchadora que se
llena de coraje.
Es la luchadora que no está
dispuesta a dejarse vencer.
Es la luchadora que no pide
lástima sino que comparte determinación y convicción. Está segura ha de salir
adelante.
Sus lágrimas hacen que uno
quede sin palabras e intente cambiar de tema.
Sus lágrimas corren por sus
mejillas pero su rostro está pleno de sonrisas.
Habla y sus palabras están
desbordadas de serenidad y esperanzas.
Habla y sus palabras
revelan su fuerza interior y su delicadeza personal.
Habla y sus palabras no
están desbordadas de tristeza o resignación.
Habla y sus palabras
derraman luz y fortaleza.
Desde ahora su cuerpo joven
lleva la marca de una lucha sorpresiva e inesperada.
Un control rutinario le
puso ante una difícil situación y la enfrentó con radicalidad y valor.
Reitero no saber si voy por
su casa para brindarle un algo de apoyo o en busca de ese apoyo y convicción
que sabe regalar desde una inmensa sonrisa, la delicadeza de sus palabras o la
suavidad de sus lágrimas.
Sin duda no es la única
persona enfrentada a tal situación pero, tal vez, es de las muy pocas que no
saben expresar una queja o insatisfacción ante lo suyo.
No es la víctima de una
situación inesperada.
Es la luchadora que, desde
sus lágrimas, muestra su modo de enfrentar su realidad.
Ojalá su ejemplo pudiese
ser aprendido por muchos.
Padre
Martin Ponce de León S.D.B