Hay personas que cambian
P. Fernando Pascual
18-11-2017
Aquella persona se hizo famosa
por sus palabras ofensivas, sus gestos amenazantes, su ira descontrolada. Quedó
"inmortalizada" en fotografías y grabaciones. Se convirtió en un
icono de mala educación o de abusos.
Pero hoy es otra persona. Se
arrepiente de lo que hizo. Reconoce que se había equivocado. Piensa de modo
diferente. Quiere romper con su pasado y vivir honestamente.
Sí: la gente cambia. Esas
personas que hoy gritan odio y muestran pasiones miserables mañana pueden darse
golpes de pecho y pedir perdón a quienes insultaron gratuitamente.
La aventura humana gira entre
esos dos polos: el mal y el bien. Muchas veces el mal se convierte en primera
página de los periódicos e incluso en materia para los libros de historia.
Pero el bien queda oculto en
miles de ocasiones. Porque aquel terrorista que asesinó a inocentes murió
arrepentido y buscó reparaciones. Porque aquel político corrupto que acabó en
la cárcel hoy es un anciano honesto que ayuda a los vecinos necesitados.
Otros cambios salen a la luz y
alimentan esperanzas. Porque si este y aquel, a pesar de sus graves errores, un
día pudieron volver al buen camino, también nosotros, que no salimos en la
prensa, podemos dejar de lado eso que ofende a Dios y a quienes viven a nuestro
lado.
Así caminamos, con esa
libertad grande y misteriosa, terrible y confusa. Así seguimos en la marcha de
la historia, llena de páginas de injusticia y reescrita tantas veces por gestos
humildes de arrepentimiento y de cambio.
Puesto que hay personas que
cambian, sabemos que ningún proceso es irreversible y que todo conflicto puede
ser curado. Esas tensiones de hoy, promovidas por quienes difunden la mentira y
el fanatismo, también pueden ser superadas, si los corazones se abren a Dios,
piden misericordia y empiezan ese maravilloso camino de la conversión
auténtica.