Naipes (y Biblia): incienso (II)

Padre Pedrojosé Ynaraja

 

Vuelvo a repetir el naipe de la semana pasada porque no encontraría otro de la misma colección y diferente que correspondiese con el título. El caso es que a esta substancia bastante desconocida y exenta de aprecio cultural entre nosotros, le voy dedicar un nuevo reportaje.

 

He comprobado durante esta semana que incienso es nombre ambiguo, es decir, no corresponde exclusivamente a una determinada composición con exactitud. Ya dije que para buscar información en Google, hube de poner Boswellia sacra, ya que si ponía incienso se refería siempre a esos bastoncitos perfumados que se utilizan para diferentes menesteres.

 

PALITOS

 

En Andorra, al acercarme a una de las tantas tiendas regida por indios, observé que inmediatamente después de abrir el establecimiento, y antes de atender al público, la buena señora que lo regía, encendía uno de tales palitos y lo iba desplazando por todo el recinto, deteniéndose especialmente ante una estatuita de Buda. Rito religioso pues, seguramente. Por aquellos tiempos y comentándolo con un grupo de amigos, una señora dijo que ella en su casa los quemaba cuando freía sardinas, para contrarrestar el penetrante olor de tal fritura.

 

En aquel momento me pareció una profanación, hoy en día no pienso lo mismo. He observado que entre las diversas cajitas que tengo y que se la titula incienso, en ninguna de ellas aparece como componente esta resina. Vainilla unas, canela otras, sándalo las que más. He de confesar por experiencia, que encenderlas es una buena manera de aromatizar una estancia que por el motivo que sea huele mal. El tal humo perfumado, se mete por todas las rendijas, penetra mucho más que las diminutas partículas expulsadas por un spray.

 

PLANTA DE INTERIOR

 

Volviendo al ínclito Google. Otro descubrimiento que he hecho es que si pongo incienso, muchas de las respuestas se refieren a una planta de interior que bien conozco y que si su nombre científico en unos archivos pone que es Plectranthus coleoidesmarginatus”, en otros dice Plectranthus madagascariensis. Se trata de un vegetal delicado de suave aroma que vive fácilmente en un lugar iluminado de la casa pero detrás de los cristales de la ventana, principalmente en días fríos. No resiste bajas temperaturas, ya que según se indica, no es vegetal propio del país, sino originaria de India.

 

BOTAFUMEIRO

 

Ya que me he metido en el tema de utilizaciones desodorantes, no puedo olvidar que el famoso butafumeiro o botafumeiro, literalmente “el que echa humo” en gallego, la lengua del lugar, el inmenso incensario que se enciende y balancea en grandes ocasiones en la basílica de Santiago de Compostela, perfumando suavemente todo el recinto, pese a ser muy grande el templo, según se cree, fue utilizado de antiguo para contrarrestar el mal olor de los peregrinos que llegaban en otros tiempos, cansados y sudorosos, sin haber podido bañarse, ni por descontado ducharse por el camino. Hoy en día es un espectáculo impresionante, que uno no puede dejar de contemplar, a poco tiempo que dure su estancia en la famosa e impresionante población gallega. Lo de impresionante lo he escrito porque cuando he estado siempre la emoción me ha indispuesto cuerpo y espíritu, paradoja esta si digo que nunca me ha pasado en las tantas veces que he estado en Jerusalén y Roma. Grandes ocasiones son las liturgias dominicales solemnes o en circunstancias parecidas. Y advierto que la fragancia es de incienso al que, a mi parecer, no se le añade ningún sucedáneo.

 

IGLESIAS ORIENTALES

 

Tal incienso que no es el que más se utiliza en las iglesias orientales. Frecuentemente, a la resina de la que vengo hablando, por mano y estrategia artesana de monjes hacendosos, se le añaden preciados aceites esenciales de rosa, jazmín, nardo y seguramente otras que desconozco.

 

Ya dije la semana pasada que cuando uno entra en una iglesia oriental, ortodoxa o no, nota que todo el ámbito está impregnado de este perfume y de inmediato, reflejo condicionado al canto, se inclina a suscitar una plegaria interior o a prepararse para participar devotamente en una divina liturgia (aviso para navegación de cabotaje. Dicho de otra manera, tal vez mejor que mesas con revistas y estampitas a la entrada, el ejemplo de las iglesias griegas fuera más ventajoso)

 

INCENSARIO

 

Al referirme al incensario, dije que era antecesor de nuestros sprays. Utilizar tales artilugios en una liturgia nuestra, resultaría inadecuado, pienso yo, y creo que los lectores estarán de acuerdo. En la iglesia donde celebro habitualmente los domingos, tengo en un rincón discreto un pequeño hornillo eléctrico donde deposito dos o tres granitos de incienso que, casi sin notarlo, estimulan piadosa actitud.

 

Observo que en las grandes celebraciones pontificias al aire libre, en solemnes momentos, el Papa deja caer incienso en unos grandes platos con brasas y que de inmediato, brota de allí un humo que se eleva al cielo, como la sincera oración de todos los fieles. Estampa que recuerda la frase del salmo que pondré después.

 

ILUSTRACIONES Y FOTOS

 

En las ilustraciones aparecen dos ejemplos. En uno se trata de una delicada cajita con diferentes y selectos perfumes, supongo que el fabricante pensó en que fuera un delicado regalo, para simple satisfacción del que lo recibiera. Yo que lo recibí de un amigo monje, le tengo tal aprecio, que en muy pocas ocasiones lo he usado. Me limito a abrir el estuche, gozar de su perfume y recordar a quien me lo obsequió.

 

La otra fotografía corresponde a un “souvenir” del Concilio Pan-ortodoxo, que con tanta ilusión prepararon estas Iglesias durante 50 años y que en su realización no consiguieron tantos buenos resultados como esperaban. En el interior de una delicada bolsita, había un diminuto icono “muy milagroso”, según le dijeron a la amiga que me lo trajo, un pequeño cojín con la cruz, ¡no faltaba más! Y un frasquito de cristal con incienso que lamentablemente se me rompió.

 

Un libro, una flor o un perfume, son ejemplos de corteses obsequios. (Piénsese en los múltiples ejemplos de esencias caras que se anunciarán por TV próximamente. Con seguridad en su secreta composición, entrará el incienso, aunque no lo descubran).

 

PASAJES BÍBLICOS

 

Acabo este artículo citando pasajes bíblicos para que se comprenda el sentido que en el pueblo de Israel tenía el incienso. Escojo unos pocos, los que me parecen significativos, ¡pobre de mí y de los lectores si pusiera todos!

 

(1 Cro 9,29) de la flor de harina, el vino, el aceite, el incienso y los aromas. . Los que hacían la mezcla para los aromas eran sacerdotes.

 

(1R 3,3). Salomón amaba a Yahveh y andaba según los preceptos de David su padre, pero ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los altos.

 

(2 CRO 2,3) Pero ¿quién será capaz de construirle una Casa, cuando los cielos y los cielos de los cielos no pueden contenerle? ¿Y quién soy yo para edificarle una Casa, aunque esté destinada tan sólo para quemar incienso en su presencia?

 

(2CRO 26,16 ss) Mas, una vez fortalecido en su poder, se ensoberbeció hasta acarrearse la ruina, y se rebeló contra Yahveh su Dios, entrando en el Templo de Yahveh para quemar incienso sobre el altar del incienso. Fue tras él Azarías, el sacerdote, y con él ochenta sacerdotes de Yahveh, hombres valientes, que se opusieron al rey Ozías y le dijeron: « No te corresponde a ti, Ozías, quemar incienso a Yahveh, sino a los sacerdotes, los hijos de Aarón, que han sido consagrados para quemar el incienso. ¡Sal del santuario porque estás prevaricando, y tú no tienes derecho a la gloria que viene de Yahveh Dios! »

 

(2M 10,3). Después de haber purificado el Templo, hicieron otro altar; tomando fuego de pedernal del que habían sacado chispas, tras dos años de intervalo ofrecieron sacrificios, el incienso y las lámparas, y colocaron los panes de la Presencia.

 

(Ap 18,11) Lloran y se lamentan por ella los mercaderes de la tierra, porque nadie compra ya sus cargamentos: cargamentos de oro y plata, piedras preciosas y perlas, lino y púrpura, seda y escarlata, toda clase de maderas olorosas y toda clase de objetos de marfil, toda clase de objetos de madera preciosa, de bronce, de hierro y de mármol; cinamomo, amomo, perfumes, mirra, incienso, vino, aceite, harina, trigo, bestias de carga, ovejas, caballos y carros; esclavos y mercancía humana.

 

(Ex 30,1 ss). Harás también un altar para quemar el incienso. De madera de acacia lo harás. Será cuadrado: de un codo de largo y otro de ancho; su altura será de dos codos. Sus cuernos formarán un solo cuerpo con él. Lo revestirás de oro puro, tanto su parte superior como sus costados, así como sus cuernos. Pondrás en su derredor una moldura de oro, y debajo de la moldura, a los costados, harás dos anillas. Las harás a ambos lados, para meter por ellas los varales con que transportarlo. Harás los varales de madera de acacia y los revestirás de oro. Colocarás el altar delante del velo que está junto al arca del Testimonio y ante el propiciatorio que cubre el Testimonio, donde yo me encontraré contigo. Aarón quemará en él incienso aromático; lo quemará todas las mañanas, al preparar las lámparas, y lo quemará también cuando al atardecer alimente las lámparas. Será incienso continuo ante Yahveh, de generación en generación. No ofrezcáis sobre él incienso profano, ni holocausto ni oblación, ni derraméis sobre él libación alguna.

 

 (Hb 9,1 ss) También la primera Alianza tenía sus ritos litúrgicos y su santuario terreno. Porque se preparó la parte anterior de la Tienda, donde se hallaban el candelabro y la mesa con los panes de la presencia, que se llama Santo. Detrás del segundo velo se hallaba la parte de la Tienda llamada Santo de los Santos, que contenía el altar de oro para el incienso, el arca de la Alianza - completamente cubierta de oro - y en ella, la urna de oro

 

(Is 1,13) No sigáis trayendo oblación vana: el humo del incienso me resulta detestable. Novilunio, sábado, convocatoria: no tolero falsedad y solemnidad.

 

(Jdt 8,36) Cayó Judit, rostro en tierra, echó ceniza sobre su cabeza, dejó ver el sayal que tenía puesto y, a la misma hora en que se ofrecía en Jerusalén, en la Casa de Dios, el incienso de aquella tarde, clamó al Señor en alta voz diciendo:

 

(Mt 2,11) Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra.

 

(Sal141, 2). Suba a ti mi oración, como incienso, a tu presencia, el alzar de mis manos como oblación de la tarde.

 

 (Algún día, tal vez podrá enviarse por Internet aromas, hoy por hoy, me limito a explicaciones y fotografías, espero que algo valga)