Persuasión y verdad

P. Fernando Pascual

25-11-2017

 

El mundo filosófico antiguo afrontó un tema que conserva hoy una actualidad sorprendente: las relaciones entre persuasión y verdad.

 

Persuadir significa llevar a una persona desde unas convicciones iniciales hacia otras nuevas, no presentes en el punto de partida.

 

La persuasión puede ser realizada por alguien que conoce la verdad o que no la conoce, por alguien honesto o deshonesto.

 

Si combinamos las posibilidades, quien intenta persuadir puede no conocer la verdad y ser honesto, o ser deshonesto; o puede conocerla, y ser deshonesto o ser honesto.

 

Estamos, así, ante cuatro situaciones si miramos al que persuade. Si, además, miramos a quien es persuadido, las situaciones aumentan según los resultados.

 

Así, tendríamos el caso de quien es persuadido hacia un error, de quien lo es hacia una verdad; o de quien no es persuadido hacia la verdad (y sigue en el error), o de quien no es persuadido hacia el error (y permanece, así, en la verdad).

 

El panorama, por lo tanto, es complejo. La persuasión toca dimensiones intelectuales (conocer o no conocer la verdad) y morales (honestidad o deshonestidad), y produce resultados diferentes.

 

Ante ese panorama, las reflexiones dadas por pensadores como Sócrates, Platón y Aristóteles para su tiempo estimulan a los hombres de todas las épocas, también de la nuestra, para afrontar preguntas de gran importancia: ¿por qué buscan los seres humanos persuadir a otros? ¿Vale la pena intentarlo? ¿Sería mejor dejar a los otros en sus opiniones, aunque fueran equivocadas?

 

Tales preguntas están conectadas con otras más difíciles: ¿cómo sabemos si esta persona realmente conoce o no conoce? ¿Es posible distinguir entre la verdad y el error? ¿Cómo identificar si una persuasión sería engañosa o benéfica?

 

Son preguntas que estimulan la mente y el corazón hacia una mayor madurez y hacia la búsqueda de propuestas filosóficas que permitan ir más allá de las opiniones para avanzar, en la medida de lo posible, hacia verdades adquiridas de modo personal y adecuado.

 

Con esas preguntas, se renueva en nosotros el deseo por distinguir entre la verdad y el error, y el compromiso por ayudar a otros para que puedan ser persuadidos (correctamente) a acoger verdades que sirven para la vida presente y para la que inicia tras la frontera de la muerte...