Naipes (y Biblia): rosa de Jericó

Padre Pedrojosé Ynaraja

La primera que tuve una me la compró mi madre en “els encants” de Barcelona (“mercado de las pulgas”, así llamados internacionalmente) allá por la década de los cuarenta del pasado siglo. Seguramente la adquirió por tener nombre de Tierra Santa. La perdí, no sé cuándo. Más tarde, durante mis andanzas por Jerusalén, Fra. Ovidio Dueñas, famoso franciscano y amigo, me regaló una. Sabía ya por entonces que ni era rosa, ni se encontraba por Jericó. Había leído que era la única fanerógama capaz de subsistir durante 20 años, después de ser arrancada y germinar y crecer de nuevo. Me dijo que a él se la había regalado un beduino.

NOMBRE CIENTÍFICO

En aquella época no existía Google ni en pintura, era difícil, pues, estudiar una planta de la que no sabes su nombre científico. Un día, merodeando por Qumram, junto al Mar Muerto, vi en un establecimiento que vendían Rosas de Jericó dentro de un envoltorio. No podía distinguir con claridad lo que estaba escrito, pero con seguridad aparecía lo que yo buscaba. Valía 2.000 pesetas de entonces, más que 12€ al cambio hoy, muy cara para mi bolsillo. De todos modos la compré. Supe entonces que su nombre es “Anastatica hierochuntica”. Reproduzco la etiqueta.

Los antiguos peregrinos la traían a su tierra y la enseñaban, como la planta de la Resurrección. Un símbolo de la de Cristo. La enseñaban y observaban seca y al parecer muerta y, en poco rato, con solo sumergirla en un recipiente con agua, se abrían y hasta semejaba una flor de madera. Resucitaba. No existían en aquellos tiempos fotografías que pudieran explicar a los amigos, el milagro de la Resurrección de Jesús, cuyo sepulcro habían visitado. El prodigioso comportamiento de este vegetal, simbólicamente, lo expresaba.

PLANTA DEL DESIERTO

Es una planta del desierto, propia del fondo de los wadis. Tiene la característica de que, permaneciendo acurrucada y casi oculta protegiendo sus semillas, se abre prontamente en cuanto cae una gota de agua. Las tormentas de esos parajes, lo saben muy bien los guías que siempre nos advierten si vamos caminando, que aparecen de repente y con tal violencia, que pueden arrastrar hasta a un autocar. Pues bien, la menuda simiente que ha caído, se deja llevar por la corriente, ancla en minutos sus raicillas en cuanto puede, crece con rapidez, florece, fructifica y vuelve a enclaustrase. Lo he visto en un reportaje, nunca en la realidad.

Los lugareños, los beduinos, se niegan a decirte donde las encuentran. Lo más que te pueden confiar es que no se hallan en la llanura de Jericó, ni en sus aledaños.

No aparece en la Biblia, aunque algunas traducciones quieran ponerlo. Lo más parecido es “rosal de Jericó” que es flor muy diferente y más propia de la llanura de Sharon. Pese a no salir citada, es una planta muy bíblica, que la conservamos con mucha ilusión.

VIVIR EN CASA

He tratado de que viviera en casa. La planta se abrió, lo hace en poco más de una hora. Se desprendieron las semillas, se abrieron minúsculas hojas, que flotaron en la superficie, a los pocos días se murieron. Lo sentí mucho. Pese a ello, de alguna manera participé del gozo de tantos piadosos peregrinos que se alegraron enseñándolas, como ahora otros se complacen viendo las fotografías que uno hace. Y yo he sacado muchísimas. Advierto que, en los tiempos de la fotografía analógica, en algunos viajes, había cargado con cinco cámaras, cada una con película de diferente característica. Y aquellas máquinas fotográficas pesaban lo suyo.

Por los mercadillos medievales que tanto proliferan por la tierra donde habito y que, como ya dije otro día, tienen muy poco de medievales, venden una “rosa de Jericó” que no tiene nada que ver con la que vengo escribiendo. En realidad se trata de un helecho originario de tierras americanas, en algún manual dice también del Sahara, según leo. Está rodeada de leyendas y anuncia grandes prodigios, que la sitúan en el campo de la hechicería o superstición. También esta planta que es semejante a un diminuto repollo, estando cerrada, se abre en poco tiempo. Su nombre científico es “Selaginella lepidophilla, vulgarmente se la llama doradilla. He consultado enciclopedias de prestigio y en el mismo Google, y compruebo que se da mayor noticia de esta que de la auténtica, que le atribuyen muchos poderes y que se ofrece su venta desde muchos establecimientos. Como curiosidad, y para que no sirva de engaño a posibles compradores, también aparece en las ilustraciones que ofrezco en el presente artículo.

Explicación de las fotografías.- Arriba una rosa de Jericó humedecida y un poco más abajo el naipe correspondiente. Más abajo la rosa de Jericó seca y más abajo la antigua etiqueta para la venta y las dos ilustraciones corresponden a falas rosas de Jericó secas y humedecidas.