PERSEGUIDO

 

“¿Cuánto hace estoy aquí?”

“¿Me porté mal con alguna de las señoras?”

“¿Una vez te insulté y te lastimé con la cuchilla blanca?”

“¿Qué hacía cuando estaba en la mesa del comedor?”

“Necesito vino para encarar”

“Me da vergüenza estar de arriba”

“¿Qué dicen las mujeres que estoy aquí, se ríen de mí?”

Todas estas preguntas usted las lee en un instante.

Pero cuando se las formulas tres o cuatro veces en un rato y al día siguiente y al otro y al siguiente, usted ya las sabe de memoria.

Como ya las sabe conoce las respuestas que da una y más veces.

Siempre se concluye con un: “No te persigas”

No ha de ser cómodo vivir en una situación así.

No ha de ser cómodo descubrirse aceptado y respetado.

Durante muchos años de su vida los ha pasado tirado en alguna vereda pasado de vino.

Siempre marginado por su estado, siempre objeto de alguna burla o algún desprecio.

Ahora hace ya unos cuatro meses que no toma, está limpio y es aceptado e integrado.

Sin duda que se ha de descubrir ante una realidad fuera de lo común para él.

Cuando escucha los cuentos de las cosas que hacía logra reírse de sí mismo.

Al poco rato su risa desaparece y se torna serio para decirse: “¡Qué vergüenza!”

Le cuesta aceptar que, pese a sus sueños divagados, no comete ninguna locura.

Le cuesta entender que todos se congratulen de su estado actual.

Ya no tiene su cara roja e hinchada de puro alcohol.

Ya no anda con pasos tambaleantes ni con ropa mojada.

No deja de ser una persona muy particular y ello se acentúa con su ser perseguido por su pasado.

En oportunidades han llamado para preguntar por él ya que no se le ve por sus lugares habituales. Desde hace cuatro meses abandonó la calle y el vino.

Ya quisiera yo pudiese abandonar, también, su pasado pero ello es un imposible.

Constantemente le está persiguiendo, acosando e incomodando.

Quisiera que pudiese mirar su sombra y descubrir su realidad actual.

Ve su sombra y ella aún continúa aferrada a su pasado que continúa estando en él.

Ve su sombra y la misma le acerca una realidad que le llena de vergüenza pero con la que se identifica.

“Yo sin vino no puedo encarar porque me da vergüenza”

Muchas veces intento hacer futurología y le imagino volviendo a la calle.

Siempre le imagino volviendo a su nube de alcohol y soledad.

A su nube de alcohol y marginación.

Quisiera poder ahuyentar esa sombra que le persigue impidiéndole disfrutar su momento de ausencia de alcohol e integración

Pero, sin duda es él, únicamente él quien puede dejar de sentirse perseguido.

Debido al estar tan perseguido ni disfruta este tiempo de lucidez y aceptación.

Debido a su estar perseguido no logra darse cuenta totalmente de lo mucho que se está ayudando.

Debido a su estar perseguido no logra valorar el empeño que está realizando para lograr superar su situación.

No logra darse cuenta de sus cambios debido a que continúa perseguido por su sombra.

 

Padre Martin Ponce de Leon S.D.B