Cadena de noticias
P. Fernando Pascual
16-12-2017
Así funciona el mundo
informativo. Unos hechos suscitan una atención creciente. Datos novedosos,
tensiones, entrevistas, imágenes.
De repente, un atentado o el
arresto de un multimillonario cambian todo el panorama. Con rapidez las cámaras
y los teclados han dado un giro de 180 grados.
Se forma así una cadena de
noticias que avanza entre momentos de calma y acelerones debidos a sorpresas
inesperadas.
Al mismo tiempo, otros hechos
siguen su camino. Con o sin reflectores, la crisis económica provoca nuevos
daños, mientras todos hablan de la última aventura de un cantante famoso.
Las cadenas de noticias siguen
la lógica de quienes trabajan en los medios de comunicación y de los intereses
de la gente. La cadena de los hechos, en cambio, se mueve en ámbitos que no
siempre aparecen como noticias.
Ante la avalancha de noticias,
algunas que causan terror, otras que ocupan cuadros laterales en las páginas
internas de un periódico, hace falta ir a fondo y reconocer que no todo lo
importante sale a la prensa, ni todo lo publicado tiene importancia real.
Porque la historia humana se
construye desde miles de hechos sencillos que permiten que muchos de nosotros
tengamos un pedazo de pan sobre la mesa, unas medicinas para una infección de
la piel y un autobús que nos lleva al puesto de trabajo.
Otros hechos, rodeados de luz
y de comentarios en internet, no afectan de modo decisivo el camino humano,
porque su relevancia concreta es mucho menor que la imaginada ante las
emociones que suscitan las imágenes de un atracador que escapa de la cárcel.
Entre los hechos humanos hay
uno sencillo que no solo afecta a la sociedad visible, sino que va más allá de
la frontera de lo corporal: la apertura de un corazón que reconoce sus pecados,
que pide perdón a Dios, que tiende la mano a sus enemigos, y que empieza a
vivir según el mandamiento del amor.
Esa apertura, que llamamos
conversión, queda oculta, muchas veces, ante las cadenas de noticias que ocupan
nuestra atención cada día. Pero no pasa desapercibida en el mundo de los
corazones, donde Dios actúa, salva, levanta, e inicia procesos maravillosos que
llegan hasta la eternidad.