Algunas condiciones para el
diálogo según Platón
P. Fernando Pascual
7-1-2018
Entre los numerosos aspectos
abordados por Platón a la hora de reflexionar sobre el diálogo humano, hay
cuatro que tienen una relevancia sobre la que vale la pena detenerse.
El primero se refiere a la
necesidad de un consenso o acuerdo entre los interlocutores, tanto respecto a
la terminología usada (idioma compartido), la cual posibilita la comunicación,
como respecto al tema sobre el que se dialoga.
La exigencia de este consenso
o acuerdo aparece al inicio del "Fedro", un diálogo difícil pero de
especial importancia para entender la teoría educativa de Platón. Y la misma
exigencia está presente en otros Diálogos escritos por Platón, especialmente
cuando se percibe cómo la falta de consenso genera confusión o discordia.
¿Por qué resulta importante
hablar desde un consenso terminológico? Porque tal consenso constituye la
condición necesaria para evitar errores o desavenencias entre los
interlocutores, es decir, para evitar la ruptura del lazo de "amor"
que resulta clave para mantener unidos a quienes desean establecer una relación
dialógica.
El otro aspecto se refiere a
la memoria. La memoria "asienta" y da continuidad al lenguaje
sustentador en la enseñanza y en cualquier diálogo, al mismo tiempo que permite
avanzar de modo ordenado a lo largo de los razonamientos elaborados y
compartidos, en vistas a una mejora respecto del saber.
Junto a estos dos aspectos o
condiciones, hay que considerar otros dos que también tienen su importancia.
Uno se refiere a la oportunidad, entendida como un tiempo adecuado para el
desarrollo de un fecundo encuentro comunicativo.
Muchos problemas y tensiones
que aparecen al dialogar surgen precisamente porque los interlocutores no se han
planteado bien si el momento era oportuno. Esperar un poco permite encontrar
ese tiempo adecuado que tanto ayuda para conversar serenamente.
Otra condición se refiere al
reconocimiento de la existencia de diferentes tipos de oyentes, y también de
diversos tipos de discursos según las temáticas a considerar, lo cual implica,
para quien quiere dominar el arte de la retórica (y de cualquier modalidad
comunicativa), reflexionar sobre qué tipo de alma tiene delante, y qué discurso
le resultaría más conveniente.
Estas condiciones permiten
reconocer la existencia en Platón de un "empirismo de las almas y los
discursos", que tanto ayuda a la hora de elaborar un programa educativo, y
que ilumina en gran manera la metodología platónica que encontramos en sus
escritos redactados en forma dialógica, siempre atento a las circunstancias y a
los interlocutores que participan en cada discusión.