¿Reconozco que he pecado?
Pbro.
José Martínez Colín
1) Para saber
Al comenzar este
nuevo año, el Papa Francisco quiso referirse al acto penitencial que se hace en
los comienzos de la Santa Misa. Este rito viene después del saludo inicial.
Parece lógico que sea al inicio, si consideramos que nos prepara para estar en
mejor condición ante los sucesos tan sagrados que vienen a continuación.
Pero para ser
perdonado, dice el Papa, uno tiene que humillarse y reconocer verdaderamente
sus errores. Es un paso difícil pero necesario. Pues el que es “presuntuoso” es
incapaz de recibir perdón. En cambio, quien es consciente de las propias
miserias y abaja los ojos con humildad, el Señor posará sobre él su mirada
misericordiosa.
2) Para pensar
El escritor y
periodista francés del siglo XX Raoul Follereau fundó una asociación contra la
lepra y la pobreza. Cuenta que una noche tuvo un sueño que nunca pudo olvidar.
Sucedía que un hombre se presentaba ante Dios para ser juzgado y le decía:
“Señor, he cumplido siempre tu ley. Nunca he cometido un pecado. Mira, Señor,
mis manos: las tengo perfectamente limpias”.
El Señor le
respondió: “Es cierto, las tienes muy limpias… pero totalmente vacías…”
El Papa Francisco
dijo que a veces nos sentimos buenos porque no hemos hecho mal a ninguno… no
robo, no mato… pero en realidad, no basta con no hacer mal al prójimo, sino hay
que elegir hacer el bien aprovechando las oportunidades para dar buen
testimonio de que somos discípulos de Jesús.
Limitarse a no
hacer daño, resulta paralizante. Y es una pobre y raquítica aspiración. En
cambio, el afán de hacer el bien estimula. De Jesús se escribe en la Biblia que
“pasó haciendo el bien” (Hechos 10, 38). Pensemos que se podría decir de
nosotros.
3) Para vivir
“Sabemos por
experiencia que solo quien sabe reconocer los errores y pedir excusa recibe la
comprensión y el perdón de los otros”, señala el Papa. Por eso, es bueno escuchar
en silencio la voz de la conciencia, pues permite reconocer que muchas veces nuestros
pensamientos no son según los pensamientos divinos, que nuestras palabras y
nuestras acciones son a menudo mundanas y están guiadas por decisiones
contrarias al Evangelio.
Por eso, al inicio
de la Misa, hacemos de forma comunitaria el acto penitencial mediante una
fórmula de confesión general, pronunciada en la primera persona del singular.
Cada uno confiesa a Dios y a los hermanos: 'he pecado mucho de pensamiento,
palabra, obra y omisión'. Palabras que son acompañadas del gesto de dar unos
golpes en el pecho, reconociendo que he pecado por mi culpa, y no por la de los
otros.
Precisó el Papa que
ese acto penitencial no tiene el mismo valor que la del sacramento de la
penitencia, pues hay pecados graves, que llamamos mortales, que sólo pueden ser
perdonados con la confesión sacramental.
El Santo Padre
concluyó explicando que después de esta confesión, suplicamos a la Virgen
María, a los ángeles y a los santos que intercedan ante el Señor por nosotros. Acudamos
a su intercesión para que nos ayuden a ser humildes y reconociendo nuestros
pecados recibamos el perdón que Dios siempre está dispuesto a conceder.