SE VIENE LA MISIÓN

 

Dentro de pocos días la casa se vestirá de misión.

Un grupo de jóvenes se instalarán en el colegio para desarrollar tal actividad.

Serán cerca de quince días de actividad intensa.

Días que fortalecerán el grupo con actividades diversas y variadas.

Días que recorrerán casas, calles y barrios para encontrarse con realidades distintas.

Días en que reunirán chicos para compartir con ellos juegos y valores.

Me los imagino caminando las mañanas con sueño cada vez más acumulado.

No será la comodidad de sus cuartos puesto que muchos colchones desparramados en algunos salones de clase serán sus dormitorios.

Los bolsos con sus cosas  irán perdiendo, progresivamente, el orden para quedar de bocas abiertas y ropas apelotonadas.

Para llegar hasta los baños deberán atravesar corredores o subir escaleras.

Nada les hará recordar sus casas y sus comodidades.

Me los imagino luego de sus almuerzos con los ojos grandes y los rostros saturados de calor, de mucho calor.

Allí se preparan para salir a los barrios en una prolongada actividad vespertina.

Para ellos no habrá calor que les detenga o que postergue la salida.

Son portadores de una buena noticia y ello no se puede postergar.

Salen con alegría y convicción.

Salen con las caras pintadas y el corazón rebosante.

Transitan muchas cuadras para llegar a destino y su paso va despertando admiración y preguntas.

¿Qué fuerza interior puede motivar a esos jóvenes a desarrollar tal tarea?

¿Qué convicción puede moverles para tanto esfuerzo?

Su paso y su actividad han de resultar inentendible para muchos.

¿Cómo hacen para sonreír entre tanto calor?

¿Cómo pueden ser felices dedicando parte de sus vacaciones a brindarse a los demás?

¿Cómo pueden disfrutar renunciando a muchas cosas?

Se necesita mucha convicción para desempeñar tal actividad.

Ello es, sin lugar a dudas, su gran y disfrutable secreto.

No existe nada más grato que el brindarse a los demás.

Nunca se renuncia lo suficiente cuando es tanto lo que se recibe.

Nada es bastante cuando de crecer en Jesús se trata.

No hay nada más gratificante que poder hacer algo para que alguien despierte una sonrisa.

Nada es más reconfortante que poner todo lo que uno es al servicio de los demás.

Siempre es fascinante poder darse sin esperar a cambio.

No han de cambiar al mundo con su actividad pero han de dejar a muchos con la cara pintada con una amplia sonrisa.

Para poder lograr su objetivo deberán brindarse cada día con un esfuerzo mayor.

Serán quince días de esfuerzos y dedicación.

Tendrán sus momentos de reflexión y de oración.

Tendrán sus instancias de tareas grupales.

Tendrán sus oportunidades de abrazos y reencuentros.

Mientras tanto, durante quince días, la casa se vestirá de misión.

El corredor lucirá calzados dejados por diversos lados, bancos con hojas o libros y ropa dejada por algún lado.

El patio se vestirá de jóvenes que van y vienen casi de manera constante.

Es tiempo de misión y pienso en ellos.

 

Padre Martin Ponce de Leon. SDB