Procesos malos, procesos
buenos
P. Fernando Pascual
20-1-2018
Hablar de procesos implica
reconocer la existencia de diferentes procesos: unos son malos, otros son
buenos.
¿Cuándo inicia un proceso
malo? Cuando se buscan metas egoístas, cuando se emplean métodos inmorales,
cuando se olvida el respeto hacia los inocentes.
La lista de procesos malos es
enorme. Una conquista tecnológica ofrece diversos usos. El proceso está en
marcha. Basta un poco de imprudencia o un mucho de egoísmo para que el proceso
dañe a miles de personas.
¿Cuándo inicia un proceso
bueno? Cuando se usan métodos justos y adecuados, y se buscan metas que
benefician, realmente, a uno mismo y a los otros.
Existen muchos procesos
buenos, gracias a Dios. En lo sencillo y cotidiano: el proceso educativo de
unos padres que guían a su hijo hacia el amor. En lo grande y decisivo: el
proceso iniciado por políticos que buscan erradicar el aborto y ayudar a las
mujeres que viven un embarazo difícil.
Cada decisión libre inicia
nuevos procesos en el mundo. A través de esos procesos avanza el mal, si el
egoísmo ha triunfado en uno mismo, o el bien, si el amor se ha convertido en
luz para la mente y las decisiones.
El tiempo presente, lo
sabemos, está saturado de procesos malos, algunos visibles, otros escondidos,
pero todos dañinos para tantas personas, incluso para los mismos culpables que
se hunden en la injusticia.
Pero también el mundo está
surcado por procesos buenos. Un joven ayuda a un anciano a cruzar la calle. Un
médico visita con ternura a sus enfermos. Un policía defiende la vida de un
inocente.
Son gestos que no salen en los
periódicos, pero que comienzan procesos buenos. Procesos que alegran el corazón
de Dios y que permiten que el mundo adquiera un toque de belleza para el
presente y para lo que espera a los justos en la vida eterna.