Ver la mosca en la leche
Pbro.
José Martínez Colín
1) Para saber
Seguramente nos
habremos encontrado con alguien que suele ser muy negativo. O incluso nosotros
mismos a veces también tenemos una actitud quejumbrosa. Lo peor es que además
de perder la alegría, también se la podemos quitar a los demás. La causa puede ser
que guardamos algunos rencores. El Papa Francisco recientemente dio unos
consejos para remediar esa actitud de ser “maestros de lo negativo”.
En primer lugar,
recordó el Papa, no hay que olvidar que Dios promete su consuelo. El problema
viene cuando no queremos ser consolados: “Tantas veces el consuelo del Señor
nos parece una maravilla. Pero no es fácil dejarse consolar; es más fácil
consolar a los otros que dejarse consolar. Porque, muchas veces, nosotros
estamos pegados a lo negativo, apegados a la herida del pecado dentro de
nosotros, y, muchas veces tenemos la preferencia de permanecer ahí, solos. Pero
Jesús nos dice lo que ordenó al paralitico que estaba en su camilla sin poderse
levantar: ‘¡Levántate!’, es la palabra de Jesús. Siempre: ‘¡Levántate!’”.
El Papa recordó que
Santa Teresa de Jesús temía de quienes se quejan por todo y decía: “Ay de la
hermana que dice: ‘me han hecho una injusticia’; ‘me han hecho algo que no es
razonable’ ”. También mencionó al profeta Jonás como “premio Nobel del
quejarse”.
2) Para pensar
El Papa contó que
conoció a una persona que se quejaba por todo, “tenía el don de encontrar la
mosca en la leche”. Y aunque era una buena persona, e incluso daba muy buenos
consejos, se lamentaba siempre. Sus conocidos se imaginaban cómo sería cuando
se muriera y llegara al Cielo. Decían: “Lo primero que hará en el Cielo, en vez
de gozarse de estar ahí y de saludar a san Pedro, le preguntará: ‘¿Y dónde está
el infierno?’, pues siempre busca lo negativo. Y cuando San Pedro le haga ver
el infierno, seguramente tampoco estaría de acuerdo con los castigos que ahí
habrá. Una vez visto volvería a preguntar: ‘¿Y cuántos condenados hay en él?’. Le
respondería san Pedro: ‘Solo uno’. Y volvería a verlo mal: ‘Ah, que desastre de
redención’, diría él.
No podemos ser así.
Por ello, ante la amargura, el rencor y los lamentos, la palabra de la Iglesia
de hoy es: “¡Ánimo!, ¡ánimo!, recuerda que Dios viene a salvarte, déjate
consolar por el Señor. Y no es fácil porque para dejarse consolar por el Señor
uno necesita desnudarse de sus propios egoísmos, de esas cosas que son nuestro
tesoro: la amargura, el lamentarse, u otras muchas cosas”, aseguró el Papa.
3) Para vivir
Así, es necesario
dejarse ayudar y cortar la “raíz amarga” que lleva a quejarse y a preferir el
rencor. En el lamentarse hay algo de contradictorio, pues quejándose de algún
mal, lejos de remediarlo, se aumenta con la queja.
Concluyó el Santo
Padre con una invitación: “Nos hará bien a cada uno de nosotros, hacer un
examen de conciencia: ¿Cómo es mi corazón? ¿Tengo alguna amargura? ¿Tengo
alguna tristeza? ¿Cómo es mi lenguaje? ¿Es de alabar a Dios, de belleza o de
lamentarme siempre? Pidamos al Señor la gracia del coraje, porque en el coraje
viene Él a consolarnos, y pidamos: ‘Señor, ven a consolarnos’”.