Vegetales y Biblia: hierbas amargas
Padre Pedrojosé Ynaraja
La colección de cartas
de baraja que vengo utilizando para redactar estos reportajes, incluye la
infografía que aparece aquí, pero advierto que, pese a su gracia, nada ilustra
respecto al título.
La expresión hierbas
amargas, de inmediato, nos lleva imaginariamente al desierto, más concretamente
al del Sinaí, durante el episodio épico del Éxodo. He recorrido el trayecto y
ofrezco algunas muestras de la vegetación herbácea o de matojos, que he visto y
fotografiado, de aquellos parajes. Aunque sea una planta y no un árbol, a las
aristocráticas palmeras, nadie las considera así y yo lo tengo en cuenta, de
manera que en el paisaje no aparece hoy ninguna, además de que los gustosos
dátiles que son su fruto, nada tienen de amargos.
LA PASCUA
En el seno de la
comunidad judía, la expresión hierbas amargas, se refiera comúnmente a uno de
los ingredientes del Seder de Pesaj,
la cena ritual familiar para celebrar festiva y religiosamente, la Pascua bíblica,
que conozco bien.
El pueblo judío al
reunirse para recordar y hacer presente este hecho crucial de su historia, no
olvida los pesares que sufrieron sus mayores, durante la epopeya que vivieron
escapándose de la esclavitud de Egipto, recibiendo la solemne entrega de una
Ley perpetua y entrando triunfalmente en la Tierra Prometida. Pero no
desconocen la aflicción de las familias de los soldados egipcios, que
perecieron ahogados en tal evento. Esto último parece ser el significado del
agua con sal o con vinagre, en la que mojan los comensales sus hierbas amargas,
antes de comerlas. Advierto que amargas, no lo son tales y añado que por la
experiencia que tengo, no corresponden tampoco a las que aparecen en el naipe.
Ahora bien, como nadie me obliga a ser fiel a lo acostumbrado en esta fiesta y
tampoco me impide que comente las imágenes, me ocuparé por un momento de ellas.
ESCAROLA
En principio, después
de mencionar las hierbas amargas y la cita bíblica, la carta de baraja añade “lactuca sativa”, que es el nombre científico de nuestra
humilde y sabrosa lechuga y que nada tiene de amarga. Pongo una foto de un
detalle de la escarola, que sí tiene algún sabor amargo.
El perfil de las hojas
y el detalle de la flor, corresponde a la “Taraxacum officinale” que veo que Wikipedia llama achicoria amarga,
conocida también como meacamas. El nombre más común
en castellano es “diente de león” y por lugares europeos, sé y he visto, que
generalmente entra a formar parte del conjunto de una selecta ensalada. Entre
nosotros, comprobé hace poco tiempo que con el tomate, la cebolla, y otras
hierbas, había alguna hoja de la planta que me ocupa. Se trataba de un
restaurante y mis compañeros la desconocían (lo digo porque en el idioma
catalán y en lenguaje coloquial vulgar, recibe un nombre equivalente al que
Wikipedia le atribuye en castellano, omito repetirlo, por mor de delicadeza).
La otra que aparece y
que es de tonos azulados, debe corresponder a alguna de estas dos: o la
“Centaurea cyanus” que crece en los trigales y en
terrenos cultivados. Florece de mayo a septiembre o la “centaurea montana”,
“aciano de montaña” que crece en los prados montanos. Florece a lo largo de
todo el verano. Se trate de alguna de estas o no, su apariencia me es muy
común. En verano la veo por cualquier rincón donde haya un poco de tierra.
PARRAFOS BIBLICOS
Lo escrito corresponde
a la interpretación de las imágenes, ahora bien, cuando alguien de la cultura
judía lee el texto, sabe que se está refiriendo a alguno de los párrafos
bíblicos que ahora pongo y que, en realidad, son equivalentes.
Ex 9,11 “La celebrarán
el mes segundo, el día catorce, entre dos luces. La comerán con panes ázimos y
hierbas amargas. No dejarán nada para la mañana, ni le quebrantarán ningún
hueso. Según todo el ritual de la Pascua la celebrarán. Pero el que, encontrándose
puro y no habiendo estado de viaje, deje de celebrar la Pascua, ese tal será
extirpado de su pueblo”.
Ex 12,8 – “En aquella misma noche comerán la carne. La comerán asada al fuego, con ázimos y con hierbas amargas. Nada de él comeréis crudo ni cocido, sino asado, con su cabeza, sus patas y sus entrañas. Y no dejaréis nada de él para la mañana; lo que sobre al amanecer lo quemaréis. Así lo habéis de comer: ceñidas vuestras cinturas, calzados vuestros pies, y el bastón en vuestra mano;