Magia, técnica y sabiduría
antigua
P. Fernando Pascual
9-2-2018
Hay un texto de C.S. Lewis en
su obra "La abolición del hombre" que conserva una sorprendente
actualidad. Sirve para distinguir entre dos grandes modos de afrontar la
existencia humana. Estas son sus palabras:
"Hay algo que une lo
mágico y la ciencia aplicada y que separa a ambas de la sabiduría de tiempos
anteriores. Para los antiguos hombres sabios, el problema cardinal era cómo
adaptar el alma a la realidad, y la solución fue el conocimiento, la
autodisciplina y la virtud. Para lo mágico y para la ciencia aplicada, el
problema es cómo adaptar la realidad a los deseos del hombre: y la solución es
una determinada técnica; y ambos, aplicando dicha técnica, están preparados
para hacer cosas que hasta entonces se habían considerado displicentes e
impías, como desenterrar y mutilar a los muertos".
Si tenemos en cuenta que esta
obra se publicó en 1944 y recordamos los terribles "progresos"
militares usados entonces para provocar la muerte de miles de civiles, así como
el hecho de que al año siguiente la técnica consiguió acelerar el final de la
Segunda Guerra Mundial con el uso de dos bombas atómicas, notamos hasta qué
extremos puede llegar el deseo de controlar el mundo.
Si, además, constatamos cómo
los instrumentos tecnológicos han provocado formas de esclavitud (dependencia)
en millones de personas, incapaces de afrontar serenamente un nuevo día si no
funcionan bien la batería del móvil, el motor del coche o la corriente
eléctrica, sentimos que algo muy serio caracteriza a nuestro inquieto tiempo
moderno.
Si, para añadir otro dato
sorprendente, la "crisis" de las religiones está acompañada en no
pocos lugares por un aumento del recurso a brujería, magia, esoterismo,
técnicas pseudoterapéuticas, uso de piedras
declaradas como magnéticas, y tantas otras prácticas de la enorme galaxia del
New Age y afines, ¿no estamos ante un mundo que ha
perdido la sabiduría?
Para Lewis, y para tantos
sabios del pasado y del presente, el saber técnico no lo es todo, ni lo permite
todo, ni lo arregla todo. Es cierto que las líneas de un texto concreto, como
este que ahora redacto, corren veloces de una pantalla a otra gracias a la
moderna tecnología, pero también es cierto que ningún texto en ninguna pantalla
es suficiente para curar las penas de un corazón que no encuentra el sentido de
su vida.
Por eso, frente a la
mentalidad que busca, a toda costa, cambiar y dominar el mundo ("seréis
como dioses", según la mentira del antiguo enemigo), necesitamos
redescubrir la mentalidad de los sabios que ponen límites al deseo desenfrenado
de poder, de poseer, de controlar, para adoptar modos concretos de vida
abiertos a Dios y a los demás.
Así podremos imitar el ejemplo
de Pablo de Tarso, que abandonó sus proyectos fanáticos como perseguidor de
cristianos para aceptar la fe en Jesús el Galileo, y para luego invitar a los
creyentes a un nuevo estilo de vida: "Y no os acomodéis al mundo presente,
antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que
podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo
perfecto" (Rm 12,2‑3).