“Detente” en esta Cuaresma
José
Martínez Colín
1) Para saber
Así como un piano o
una guitarra, después de usarse mucho, requieren que se les dedique un tiempo
para ser afinados y cumplan bien su cometido, dice el Papa Francisco que
también las personas requieren de un tiempo especial “para afinar los acordes
disonantes de nuestra vida cristiana y recibir la siempre nueva, alegre y
esperanzadora noticia de la Pascua del Señor”. Ese tiempo es la Cuaresma. La
Iglesia en su maternal sabiduría nos propone prestarle atención a todo aquello
que pueda enfriar y oxidar nuestro corazón creyente.
El Papa nos pide
fijarnos en tres palabras para concretar nuestra lucha: “detente”, “mira” y
“vuelve”. Hoy veremos sobre la primera: “Detente un poco de esa agitación, y de
correr sin sentido, que llena el alma con la amargura de sentir que nunca se
llega a ningún lado”.
El Papa nos invita
a detenernos de un vivir acelerado que dispersa y termina destruyendo el tiempo
de la familia, el tiempo de la amistad, el tiempo de los hijos, el tiempo de
los abuelos, el tiempo de la gratuidad… el tiempo de Dios.
2) Para pensar
Se cuenta que un grupo de vendedores fue a una
convención de ventas. Les habían prometido a sus esposas que llegarían para la cena
del viernes. Sin embargo, la convención terminó tarde, y llegaron retrasados a
la terminal de autobuses, cuando estaba a punto de salir. Corrieron con sus
boletos y portafolios para alcanzarlo. De repente uno de ellos tropezó con una
mesa que tenía una canasta de manzanas, que cayeron por todas partes. Sin
detenerse, los vendedores siguieron corriendo, y apenas alcanzaron a subirse…
Todos menos uno. Este se detuvo, respiró hondo, y se compadeció de la niña que
atendía el puesto de manzanas. Pensó que tendría que llamar a su esposa explicándole
que llegaría más tarde. Se regresó y encontró todas las manzanas tiradas.
Su sorpresa fue enorme, al darse cuenta que era
una niña ciega quien atendía el puesto. La encontró llorando, con enormes
lágrimas. Tanteaba el piso, tratando, en vano, de recoger las manzanas,
mientras la multitud pasaba, sin detenerse ni importarle su desdicha. El hombre
se arrodilló con ella, juntó las manzanas, las metió a la canasta y le ayudó a
montar el puesto. Se dio cuenta de que algunas estaban magulladas y las puso en
otra canasta. Cuando terminó, sacó su cartera y le dijo a la niña: "Toma
por favor este dinero por el daño. ¿Estás bien?”
Ella, dejando de llorar, asintió con la
cabeza. El continuó diciéndole: "Espero no haber arruinado tu día", y
se empezó a alejarse, pero la niña le gritó: "Señor...". Él se detuvo
y escucho que le decía: “¿Es usted Jesús...?”
Él se paró en seco con esa pregunta quemándole
y vibrando en su alma: "¿Es usted Jesús?" y pensó cuánto nos falta todavía
para ser como Jesús.
3) Para vivir
Detenerse por los
demás puede costar sacrificio, pues implica dejar lo propio. La Cuaresma es
tiempo rico para desenmascarar qué nos impide detenernos, qué impide dejar que
nuestro corazón vuelva a latir con el palpitar del Corazón de Jesús.
Hay que detenerse
para poder mirar a los demás. Detenernos, no sólo nos permite ayudar a los
demás, sino que también así nos dejamos tocar el corazón por el Señor, que no
se cansa de tendernos la mano.
José Martínez Colín es
sacerdote, Ingeniero (UNAM) y Doctor en Filosofía (Universidad de Navarra)