TRATO

 

Su soledad es notoria.

Pasa largas horas sentado a la sombra de unas plantas mirando la calle.

Saluda a los que pasan sin tener mucha idea de a quien saluda.

Muy pocas veces le encontré conversando con alguien. Diría que me sobran los dedos de la mano contando las veces que le encontré en esa actividad en estos más de tres años que le encontré.

Voy a buscarle, tres veces a la semana, y siempre le cuesta ubicarme. Cuando le digo algo inmediatamente sabe quién soy.

Generalmente le convido con un cigarro y, luego de prenderlo, comienza con algún relato.

Muchas veces su relato comienza con un: “Ayer vino un ex patrón….”  y deriva para relatar los lugares donde ha trabajado.

Luego puede derivar en las tareas que supo realizar.

Todos sus relatos son con lujos de detalles y con voz baja, tan baja que en oportunidades cuesta escucharle.

Suele perderse en algún comentario sobre el tiempo o el tránsito.

Ya hemos recorrido varias cuadras cuando le pregunto: “¿Su ex patrón qué quería?”

Allí retoma su cuento. Muchas veces creo que lo hace para ir pensando lo que habrá de contar.

En oportunidades llegamos y él aún está en el prefacio de su relato.

Comemos y, luego del almuerzo, le pregunto por su cuento que queda sin concluir la mayoría de las veces.

No han faltado las veces que no es un cuento sino el comentario sobre algún dolor que experimenta.

“Si pudiese salir a domar un buen bagual se me iría este dolor inmediatamente”

“Tendría que salir a alambrar un poco para que se me vayan los dolores”.

No son muchos sus años pero, sin duda, le ha exigido mucho a su cuerpo durante sus años de trabajo.

Ahora el cuerpo le pasa factura.

Esa factura llega acentuada por su soledad y su pobreza.

Está jubilado pero, creo yo, no cobra su jubilación.

En una oportunidad fue con la credencial a cobrar y le dijeron que ese documento no servía. Al regresar a su casa la quemó porque “¿Pa’ que tener un documento que no sirve para cobrar la jubilación?”

Cuando hay alguna ropa y se le ofrece siempre la rechaza. “Désela a alguien que la necesite más que yo que tengo mucha”

Cuando hay algo comestible para llevar (bizcochos, algún postre, pan) suele decir: “Déjela para otro que esté peor que yo”

Trato de entenderlo pero ello me resulta muy difícil.

Ha asumida el fallecimiento de su mujer. Hasta hace un tiempo decía que la estaba esperando porque estaba en Colonia o en Buenos Aires.

Trato de entenderle pero me resulta, muchas veces, desconcertante.

Su imaginación va mucho más allá de su realidad.

Muchas veces resulta casi imposible saber lo que es realidad y lo que es producto de su imaginación.

Trato de compartir con él alguna charla pero ello resulta casi imposible. Casi siempre se pierde en sus disquisiciones extrañas.

Hay días en los que, parecería, tiene ganas de conversar, pero no logro seguir el hilo de su relato.

Trato y me doy cuenta no logro entrar en plena sintonía con él.   

 

Padre Martin Ponce de Leon S.D.B.