“Volver” en esta Cuaresma
Pbro.
José Martínez Colín
1) Para saber
La tercera palabra
a reflexionar, después de “detenerse” y “mirar”, a la que nos invita el Papa
Francisco es: “volver”. En las ocasiones pasadas se reflexionaba sobre
la necesidad de detenernos en este tiempo cuaresmal para poder mirar.
Pero una vez, que
hemos contemplado, sobre todo, el amor de Dios en nuestro alrededor, ahora se
nos invita a volver a Él: “¡Vuelve!, sin miedo, a los brazos anhelantes
y expectantes de tu Padre rico en misericordia que te espera. ¡Vuelve!,
sin miedo, este es el tiempo oportuno para volver a casa; a la casa del Padre
mío y Padre vuestro (cf. Jn 20,17). Este es el tiempo para dejarse tocar el
corazón…”, nos apremia el Papa.
2) Para pensar
Se cuenta que un reo había sido sentenciado a
morar por siempre en una vieja, sucia y oscura mazmorra. No queriendo
arrepentirse de su desatinada vida, orgulloso gritó que de alguna forma
escaparía. El rey, en un acto de misericordia y gracia, le dijo que le dejaba
una sola salida, y si la encontraba, le perdonaría todo y saldría libre.
Al revisar su celda, vio que tenía una alta
ventana, un registro de desagüe y una roca suelta.
El preso intentó primero llegar a la ventana. Cuando
lo logró, le llevó años aflojar los barrotes, solo para darse cuenta de que la
altura era tal, que le causaría la muerte intentar saltar.
Luego buscó salir por el desagüe, pero tampoco
fue la respuesta, pues aunque podía abrir su acceso, se ahogaría antes de
llegar al río.
Entonces se decidió escarbar por la roca
suelta. Los años pasaron, pero al final sólo constató que al otro lado había
una celda igual. La soledad era impresionante, el encierro se hacía parte de
él. Tuvo toda la vida y no pudo hallar la salvación.
Ya viejo y enfermo, antes de morir, le dijo al
rey que lo visitó: “Tú me prometiste libertad, pasé mi vida buscándola con
todas mis fuerzas y no la hallé nunca. De haberla… ¿Cuál era esa única
salida?”. El rey le respondió: “Nunca me buscaste, no te arrepentiste. La puerta
estaba abierta… ¡La salida era yo!”
Se dice que “La soledad es la única cárcel que
se cierra por dentro”. Y es cierto. Muchas veces cerramos el corazón al amor, a
la verdad, al arrepentimiento. Buscamos otras falsas salidas, encerrándonos en
nuestros errores hasta que no podemos ya ver la salida que se encuentra
bloqueada por paredes y por muros de necedad, de costumbre y orgullo.
Pensemos si no estamos encerrados en nuestra
autosuficiencia y egoísmo, pudiendo ser libres al volvernos a Dios.
3) Para vivir
Permanecer en el
camino del mal es sólo fuente de ilusión y de tristeza, dice el Papa Francisco,
y nos recuerda que “la verdadera vida es algo bien distinto y nuestro corazón
bien lo sabe. Dios no se cansa ni se cansará de tender la mano… Detente, mira y
vuelve. Vuelve a la casa de tu Padre. ¡Vuelve!, sin miedo, a
participar de la fiesta de los perdonados. ¡Vuelve!, sin miedo, a
experimentar la ternura sanadora y reconciliadora de Dios. Deja que el Señor
sane las heridas del pecado y cumpla la profecía hecha a nuestros padres: «Les
daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo: les arrancaré de
su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne» (Ez 36,26): ¡Detente,
mira y vuelve!”