Democracia y listas
electorales
P. Fernando Pascual
3-3-2018
Parece casi un rito antes de
las elecciones: la larga serie de debates y tensiones para componer listas
electorales y para ver quién entra, quién sale, y quién está más arriba o más
abajo en la papeleta.
Porque la democracia, como se
entiende en muchos lugares, no elige solo a partidos, sino a quienes están en
esos partidos. Unos, más competentes, otros, desconocidos rodeados de misterio,
otros, por desgracia, muy poco honestos.
Las preguntas surgen: ¿por qué
entra X en la lista? ¿Por qué Y ha pasado de los primeros lugares a los
últimos? ¿Qué tiene Z que lo disputan a la vez dos partidos políticos?
El ciudadano normal presencia
el espectáculo como si estuviese ante un juego de niños, en el que todos buscan
asegurarse los mejores lugares. Cuanto más arriba, más seguro de ocupar una
poltrona...
Lo triste es que resulta casi "normal"
el que falte transparencia para conocer los mecanismos que siguen los partidos
para sus inclusiones y para sus exclusiones, y el que aparezcan en las listas
electorales nombres totalmente desconocidos para la gente.
Si la democracia fuese un
sistema sano, es decir, orientado a la búsqueda de la justicia y del bien
común, esto no ocurriría. Porque en una democracia bien llevada las listas no
se elaborarían entre bastidores ni en un clima de intrigas poco recomendable.
Lo que sí haría una sana
democracia es preparar la lista de candidatos con un proceso limpio, visible.
Los partidos buscarían gente cualificada, y serían capaces de explicar a los
votantes por qué en la lista aparecen estos nombres concretos.
Por eso vale la pena un
esfuerzo sincero de los políticos y de las sociedades para que las democracias,
con o sin partidos, se esfuercen por promover a quienes, de verdad, van a
trabajar por mejoras tan deseadas por todos.
Porque entonces las listas
electorales aspirarán a incluir a personas competentes y honestas, y así los
votantes podrán escoger con un buen conocimiento de causa a aquellos que
consideren aptos para promover el bien común desde su trabajo en el parlamento.