Ser cristiano desde Cristo
P. Fernando Pascual
10-3-2018
Uno puede ser cristiano porque
encuentra así sentido a su vida, al colocarla en un horizonte de eternidad.
O puede serlo porque el
cristianismo explica el origen del universo y las raíces del mal que nos rodea
y tienta continuamente.
O tal vez porque descubre en
la doctrina católica un medio de humanización al luchar contra los vicios y
promover las virtudes.
No faltará quien se declara
cristiano para conservar las raíces de su familia, de su ciudad, de su raza, de
su Patria.
La lista de motivos podría
alargarse. Pero sería incompleta y parcial si deja de lado el núcleo de la
cuestión.
Porque ser cristiano es, ante
todo, dejarse encontrar por Cristo, acoger el mensaje de Misericordia del
Evangelio, aceptar su Iglesia.
En otras palabras, solo se
explica plenamente la condición de católico cuando descubrimos que el don
precede la respuesta, que la gracia limpia los pecados.
Ese don, lo sabemos, es una
Persona concreta: el Hijo del Padre hecho Hombre en el seno de la Virgen María;
el Maestro de Nazaret que muere y resucita por todos.
Solo cuando reconocemos ese
núcleo de la fe católica, llegamos a vivir plenamente como cristianos. De lo
contrario, estaríamos privados de lo esencial.
La historia humana ha visto
surgir miles de ideas, movimientos culturales, grupos religiosos, proyectos de
reforma, mejoras técnicas.
Pero la única respuesta al
misterio de la existencia humana, con su inexplicable drama de pecados,
sufrimientos y muertes, se encuentra en esta sencilla verdad:
"Porque tanto amó Dios al
mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino
que tenga vida eterna" (Jn 3,16).