SE
PERDIÓ
Dicen los relatos
evangélicos que Jesús dijo que no había venido para juzgar o condenar sino para
salvar.
Sin lugar a dudas que esas
palabras no dicen de sí mismo sino que hacen referencia al comportamiento de
Dios.
Esas palabras dicen del
actuar de Dios para con los hombres.
En Jesús han sido la razón
de su presencia y de su muerte.
En algún momento y por
alguna razón esas palabras fueron perdiendo vigencia.
Nos hemos ido quedando con
una visión muy distinta de Dios.
Quizás por una necesidad de
establecer un Dios que infunda temor.
Quizás por la conveniencia
de tener cristianos dóciles que siempre es más fácil que cristianos libres.
Con el paso del tiempo
fueron surgiendo jerarquías que asumieron un rol de poder y dominio.
Más que el poder temporal y
el dominio sobre las cosas temporales fue necesario que ese poder hiciese
referencia sobre las conductas de las personas.
Para ello era muy
conveniente un Dios que infundiese temor más que amor.
La salvación se apoyó en la
necesidad de marcar bien el campo de la conciencia para que fuese más
importante lo que no se hacía que lo que, con amor, se realizaba.
Ese Dios de temor juzga y
condena.
Ese Dios de temor aparta y
cierra puertas.
En ese sentido es mucho más
cómodo transmitir esa visión de Dios.
Cuanto más temor se puede
inculcar mucho más controlado y dócil se es.
Sin lugar a dudas ese
concepto de Dios no tiene mucho margen para la libertad de las personas y una
persona sin plenitud de libertad no es plenamente persona.
El Dios que nos presenta
Jesús es alguien que nos quiere plenamente libres porque realizándonos como
personas.
El Dios que nos presenta
Jesús es alguien que nos da libertad de acción porque nos ayuda a ser
plenamente conscientes y responsables de nuestras conductas.
No nos quiere timoratos ni
asustados.
Nos quiere libres y
responsables.
Jesús no quiere seguidores
alienados puesto que busca seamos plenamente personas.
Lo suyo no es otra cosa que
una gran lección de libertad y coherencia por ello lo suyo es una prolongada
lección de realización humana.
Nuestra postura ante Dios
no puede ser otra cosa que un estilo de vida que nos ayuda a realizarnos en
nuestra condición humana.
En algún momento se perdió
la propuesta de Jesús para darle espacio a una visión producto de la historia y
la facilidad o la comodidad.
Lo de Jesús implica respeto
y acompañamiento.
Lo de Jesús implica
cercanía y búsqueda compartida.
Lo de Jesús implica
crecimiento en el ejercicio de la libertad.
Allí ni hay dueños de la
última palabra ni dueños de la verdad.
Allí no hay posturas
exclusivas ni quehacer determinado.
En lo de Jesús hay
comprensión y diálogo porque hay promoción humana.
En lo de Jesús lo humano se
hace camino, verdad y vida.
En lo de Jesús hay un Dios
que se involucra con lo humano para buscar su plenitud y realización.
En algún momento se perdió
y sería bueno que, entre todos, nos ayudásemos a recuperar lo de Jesús.
Hacer tal cosa es ayudarnos
a ser plenamente personas y tal cosa no es nada sencillo pero vale la pena
intentarlo.
Padre
Martin Ponce de León S.D.B