VOLVIÓ

 

Era de esperar.

Resultaba imposible hacerse algún tipo de ilusión.

Es evidente que uno desearía que no fuese como uno lo preveía pero era ser demasiado iluso.

Poco a poco iba mejorando. Su estado mental y físico decía que estaba evolucionando para bien.

Tal cosa hacía prever que un día habría de volver a la calle con lo que ello implica.

El lunes manifestó su deseo de salir.

Le abrí la puerta y se marchó.

Suponía el estado en que habría de regresar.

No me equivoqué, volvió tomado.

Su mundo es muy pequeño por más que sea el mundo de la calle.

Había pasado seis meses recuperándose luego que su organismo le dijese no podía soportar tanto mal trato de su parte.

En muchas oportunidades conversamos sobre su realidad y su futuro.

Más de eso nada está a mi alcance puesto que es un hombre grande y es con su propia vida con la que juega.

También, es sabido, su entorno son seres que, como él, conviven con el alcohol.

Es casi imposible pretender cambie de ambiente y comience a cuidarse.

El martes volvió a salir para, muy cerca del medio día, estar muy tomado. Estado que le duró hasta la noche.

Supongo que así continuará hasta que su cuerpo se canse de tanto alcohol.

Quizás alguien pueda considerar que uno debe sentir una sensación de frustración o fracaso por no haber logrado un cambio.

Quizás sea muy insensible ya que estoy lejos de sentir así.

No soy quien para imponer un cambio.

No soy quien para juzgar lo que el otro hace con su vida.

No soy quien para determinar lo que es bueno para otro.

Lo único que me importa es haberlo ayudado a que mejorase haciéndole sentir alguien.

Una cama, un plato de comida, un lugar nunca le faltó durante este tiempo.

Debo reconocer que muchas veces me saturó con el relato de sus visiones y sus reiteradas preguntas.

Debo reconocer que muchas veces logró colmar mi paciencia ya que no era nada fácil su situación.

Pero todo no era más que un paréntesis y volvió.

Volvió a tener, en la manga de su camisa, una botellita con vino.

Volvió a tirarse al suelo y dormir en cualquier lugar.

Volvió a hablar a los gritos animado por el alcohol.

Volvió a ser el mismo de seis meses atrás.

Seis meses que vivió sin salir a la calle por voluntad propia.

Seis meses sin tomar alcohol.

Seis meses donde casi ni hablaba producto de su vergüenza o timidez natural.

Seis meses donde fue pasando de las conversaciones incoherentes a relatos de su vida pasada.

Ahora volverse a armar de paciencia.

Ahora volver a rezar cada llegada.

Ahora volver ejercitar la misericordia.

Volvió y tal cosa era de esperar.

 

Padre Martin Ponce de Leon S.D.B