Un milagro mayor
José
Martínez Colín
1) Para saber
El primer día de la primavera, 21 de marzo, el
Papa Francisco dedicó su catequesis a la comunión, continuando así su ciclo
sobre la Santa Misa. En ella el Papa nos invita a comulgar con frecuencia: “Exhorto
a la comunión frecuente, haciendo presente el misterio de amor que se encierra
en el Sacramento, para que la unidad con Cristo y con su Iglesia se manifieste
en nuestro actuar cotidiano y testimonie nuestra vida nueva en Cristo”, fueron
sus palabras.
2) Para pensar
Sucedió un ocho de septiembre, a fines del
siglo XIX. Ese día se celebra el nacimiento de la Santísima Virgen María y San
Juan Bosco quiso homenajearla con una Misa muy solemne. Para ello preparó a
muchos niños para que comulgaran. La iglesia estaba llena de jovencitos, unos
seiscientos querían comulgar. Se preparó un Copón lleno de hostias, pero al
sacristán se le olvidó llevarlo para su consagración.
San Juan Bosco no sabía del olvido. Al momento
de dar la Comunión y quitar la tapa del otro copón advirtió que solo había unas
cuantas hostias y cayó en la cuenta de la distracción del sacristán. Entonces
se dirigió a la Virgen María: “Señora, ¿y dejarás a tus hijos que se vuelvan en
ayunas?”
Entonces tomó el pequeño copón y comenzó a
repartir la Comunión. Y fue repartiendo y repartiendo sin que se acabaran. Y
así hasta que comulgó el último de los niños. El sacristán, que estaba
profundamente apenado por el olvido, contempló atónito el milagro ocurrido. Al
terminar la Misa, ya en la sacristía, lo primero que hizo fue preguntarle a San
Juan Bosco: “¿Cómo ha podido dar la Comunión a tantos centenares con tan pocas
hostias? ¡Esto es un milagro, don Bosco! ¡Qué milagro acaba de hacer usted!” A
lo que el santo contestó con toda naturalidad: “¡Bah! Junto al milagro de la
transubstanciación, en que se transforma el pan en el Cuerpo de Cristo, el de
la multiplicación de las hostias es insignificante. Además, yo no lo hice, fue
obra de María Auxiliadora”.
3) Para vivir
Es muy grande el
milagro por el cual Cristo se hace presente en la Santa Misa. Ese milagro es para
nosotros. Dios lo realiza para que podamos tener un encuentro cercano e íntimo
con Jesús, fuente de alegría y
santidad.
Por ello el Papa nos invita a Comulgar con frecuencia.
Además, el Papa Francisco indicó cómo, al
comulgar, Dios nos va asemejándonos más a Jesús, nos va transformando en Él. Recordó
las palabras de san Agustín: «Yo soy el alimento de las almas adultas… Pero no
me transformarás en ti, como asimilas los alimentos de la carne, sino que tú te
transformarás en mí». “Este es el prodigio de la Comunión: ¡nos convertimos en
lo que recibimos!”, señaló el Papa.
En la Santa Misa se califica de “bienaventurado”
a aquel que puede alimentarse de la Eucaristía, pues Dios permanece en él.
Después de la Comunión, nos ayuda el silencio a
custodiar el don recibido. Hablar con Jesús en el corazón nos ayuda mucho. Así
le damos gracias a Dios por este inefable don y le pedimos también que
transforme nuestra vida, siendo medicina en nuestra debilidad, que sane las
enfermedades de nuestro espíritu y nos asegure su constante protección… ¡Qué
bueno y qué grande es el Señor!, concluyó el Papa.
José Martínez Colín es
sacerdote, Ingeniero (UNAM) y Doctor en Filosofía (Universidad de Navarra)