OLOR
A PASCUA
Pascua no es un recuerdo de
un evento del pasado.
Pascua es una actitud ante
la vida propia y de los demás.
Pascua es un paso hacia la
vida plena.
Por ello es una actitud
renovada y renovadora.
Renovada porque pone un
algo de amor en nuestra relación con los demás.
Renovada porque permite
aflore algo positivo en nuestro relacionamiento con el próximo.
Agrega valores como
alegría, aceptación, respeto y sentido común.
No es un algo que nos
aparte de lo cotidiano sino que nos introduce en ello para que allí vivamos
alguno de esos valores.
Pascua es vida cotidiana
que se colma de Dios.
Renovadora porque lo
nuestro se hace relacionamiento más humano porque más cristiano.
Es permitir a alguien que
se sepa aceptado y respetado.
Es permitir a alguien que
se sepa persona por ser tratado como tal.
Es dejar que alguien llegue
hasta nosotros y nos ayude a crecer y madurar como seres humanos que somos.
Pascua es Jesús que
transforma su final en un paso hacia la plenitud de la transformación humana.
Ya no hay que buscar a Dios
en las alturas sino en lo nuestro de cada día.
Ya no es posible encerrar a
Dios entre las paredes de un templo o entre los ritos de alguna institución
sino en lo humano que se hace promotor de humanos.
Definitivamente vence a la
muerte y con ello a todo lo que nos impide ser libres y capaces de amar.
Ojala que el olor a Pascua
que hoy se respira sea producto de un compromiso existencial y concreto.
No es una teoría con olor a
futuro ni una teoría con olor a utopía.
Pascua es una realidad de
hoy con olor a compromiso y desafío.
Pascua es un olor que surge
de nuestro interior y se hace realidad en nuestras manos.
Pascua es mano que se
tiende, sonrisa que se brinda, mirada que se comparte y cercanía que se hace
compañía.
Pascua es empeño por
comprender, intento de no juzgar, esfuerzo por respetar y compromiso por
ayudar.
Pascua no puede ser otra
cosa que olor de nosotros mismos porque Jesús que se prolonga.
Pascua es olor a
autenticidad y búsqueda de coherencia.
Todos necesitamos asumir la
esencia de la Pascua.
No podemos ponernos al
margen porque Jesús asumió lo nuestro en totalidad.
Asumió el dolor y el
sufrimiento y lo hizo sacramento de entrega y amor.
Asumió la vida y la muerte
y lo transformó en hombre nuevo y renacido.
Pascua es olor a
permanencia y presencia constante.
Pascua es Jesús resucitado
y resucitador.
Ya no podemos mirar la vida
de nuestro hoy como espectadores sino que debemos hacerlo involucrándonos con
ella.
Pascua es poder hacer
realidad nuestros “Te quiero”.
Pascua es poder hacer gesto
nuestro “Cuenta conmigo”
Pascua es experimentar la
convicción del “No estoy solo”
Pascua es el olor de Jesús
viviendo en nosotros para los demás.
Padre
Martin Ponce de León S.D.B