UNA FE CON DUDAS

Lucio del Burgo

 

Toda fe, incluso la más auténtica, está atravesada de la duda. ¡Cuántas personas creyentes, muy creyentes, que se quejan porque su fe está invadida por las dudas, las oscuridades…”me asaltan las preguntas, incluso en los momentos religiosos más significativos”.

Todos sufrimos esta experiencia, unos más y otros menos. También los Santos nos han contado su sufrimiento, la herida de la duda que asaltaba su corazón. El ejemplo más típico es el de las dos Teresas. Teresa de Lisieux sufrió por largo tiempo esta experiencia dolorosa. Lo mismo podemos decir de la Madre Teresa de Calcuta.

Un autor cuenta que la madurez de nuestra fe es el resultado de la capacidad de dudas que somos capaces de soportar.

¿Qué hacer? No dejes la oración aunque no sientas nada. No creas que el Señor te ha abandonado. Acércate a la Eucaristía, que es la fuente de la fe. Vive en paz, arrójate en los brazos de Dios. Dios es más grande que nuestras dudas y preguntas. Gusta de su presencia, sigue practicando.

Dios de mis dudas, Tú eres mi lámpara… Nada ni nadie me separará de Ti. Tú me haces feliz a pesar de mis dudas.