BUEN PASTOR

 

Debemos despojarnos de toda la poesía que hemos agregado a la figura del pastor.

Debemos mirar aquella proclamación de Jesús (“Yo soy el buen pastor”) desde la mirada de sus contemporáneos para acercarnos a  su verdadera dimensión.

Los pastores no eran bien vistos por la sociedad de los tiempos de Jesús.

El centro de toda actividad radicaba en el cumplimiento fiel a lo que la Ley mandaba.

En la Ley todo estaba estipulado. Comidas, pasos, descansos, etc.

Los buenos pastores vivían para sus ovejas y debían estar dispuestos a dar la vida por ellas. Nada era más importante que el bienestar de sus ovejas.

Cuando asumían el pequeño rebaño que debían cuidar, prácticamente, rompían con todo para dedicarse a al cuidado del mismo.

Una de las cosas con las que rompían era con muchas normas de la práctica religiosa.

Por ello los pastores eran seres marginales para la Ley.

Para ellos no había de sábados, ni de mes de ayuno, ni cosas por el estilo.

Jesús, al proclamarse como “buen pastor” se está proclamando marginal para con el templo que era el centro de la Ley.

Para Él nada es más importante que el bienestar de “sus ovejas”

Por ellas y para ellas se pone al margen de la Ley.

Su fidelidad para con Dios no pasa por otro lado que por el bienestar de “sus ovejas”

Lo suyo no pasa por el cumplimiento de normas sino por dedicarse a la atención de esas “ovejas” que están a su cuidado.

Todo lo suyo gira en torno a las necesidades de “sus ovejas” para así cumplir con la tarea que “su Padre” le ha encomendado.

Así como “sus ovejas” establecen una relación de confianza con Él, se establece una relación de servicio absoluto de su parte para con ellas.

Conoce a cada una con sus características y sus gustos.

Conoce a cada una con sus necesidades y su conducta.

Puede llamar a cada una y ellas le responden y siguen porque confían en que no les habrá de fallar.

Saben que habrá de buscar lo mejor para todas y cada una de ellas.

Sabrá hacer un alto para detener a las jóvenes mientras las mayores reposan.

Sabrá buscar las aguadas, las sombras y los mejores pastos.

Revisará a la que está enferma para poder aliviar su mal con cuidados esmerados.

Su vida son ellas, su vida es para ellas por ello siempre estará vigilante para que no les suceda nada a ninguna de ellas.

“Sus ovejas” lo saben y por ello confían plenamente en Él.

Con el paso del tiempo va perdiendo su aroma particular para tener olor a “sus ovejas”

Es tal la confianza establecida que ellas no dudan en acostarse junto a Él para disfrutar el fresco de una sombra bajo algún árbol en pleno medio día o bajo el cielo estrellado de alguna noche de verano.

Junto a Él se saben seguras y con esa seguridad va creciendo la dependencia de Él para con ellas.

Cuanta más dependencia existe más es la distancia que va poniendo con las exigencias de la Ley. Más marginal se hace.

Llega a tanto que muere fuera del pueblo y el la cruz de los marginales. Está completamente mimetizado con “sus ovejas” y lo hace realidad y sacramento.

No hay mucho de poesía sino plenitud de compromiso y coherencia.

No hay nada de romántico sino totalidad de entrega y cercanía.

Pero, para ello, no duda en hacerse marginal para con lo establecido.

 

 Padre Martin Ponce de León. S.D.B