ESCUCHAR
SU VOZ
Muchas veces hemos leído y
escuchado sobre la necesidad de escuchar la voz de Jesús.
Sin duda que ello requiere
de un ejercicio de conocimiento.
Es saber distinguir su voz
entre las muchas voces que, a diario, nos llegan sabiendo que su voz nos llega
desde todas las voces.
No siempre es sencillo
saber escuchar su voz.
Generalmente escuchamos su
voz y debemos responder inmediatamente.
No existe tiempo para
instalarnos y hacer una evaluación sobre si es o no es su voz.
Es su voz y nuestra
respuesta y ambas cosas van casi en simultáneo.
Por ello todo se hace un
prolongado ejercicio de acostumbramiento.
Para poder escuchar su voz
debemos estar interesados en escucharla.
Sin nuestra búsqueda es muy
difícil poder llegar a distinguirla.
Para poder escuchar su voz
debemos estar interesados en responderle.
Él no pretende que nuestra
respuesta sea, siempre, positiva. Le interesa nuestra respuesta aunque la misma
sea un error.
Nuestra búsqueda se
perfecciona desde el acierto y desde la equivocación.
Cuando estamos convencidos
de no equivocarnos perdemos la autocrítica y con ello la oportunidad de
continuar creciendo.
Aunque suene extraño
necesitamos equivocarnos para poder aprender.
Nunca debemos temer al
hecho de equivocarnos puesto que es ello lo que nos ayuda a corregirnos que
siempre es una manera de crecer.
No soy muy partidario de
los textos de autoayuda pero quisiera compartirles algunas pautas que nos
pueden ayudar para saber discernir la voz de Jesús.
Bien común. Para saber que la voz que
escuchamos es la de Jesús debemos tener en claro que siempre nos estará
pidiendo aquello que promueva el bien común.
Lo Jesús nunca se limita a
algo individual y mucho menos individualista.
Lo suyo siempre hace y dice
del bien común.
Nos involucra. Lo de Jesús jamás nos deja
al margen de la realidad.
Lo de Jesús siempre nos
compromete con la realidad de la historia. No somos espectadores sino parte.
No despierta en nosotros la
lástima sino la compasión.
La voz de Jesús siempre nos
lleva a hacer algo.
Valores. Escuchar la voz de Jesús
nos hace crecer algún valor en nuestra relación con los demás.
Constantemente pide
ejercitemos algún valor y con ello estaremos colaborando para que el Reino de
Dios sea entre nosotros.
La voz de Jesús jamás nos
pide, como respuesta, indiferencia,
ingratitud o algún antivalor.
Finalidad. Nunca nos solicita seamos
el fin último de nuestro actuar.
No promueve nuestra ventaja
individualista sino que, siempre, los demás son los destinatarios de lo que
Jesús nos solicita.
Siempre será algo donde
otro será nuestro fin último.
Por todo esto es que, bien
vale la pena, es recordable aquello de Francisco de Asís cuando era consultado
sobre el cómo sabía, entre muchas opciones, cuál era la voluntad de Dios. No
dudaba en responder: “La más difícil es la voluntad de Dios”
Escuchar la voz de Jesús es
adentrarnos en la voluntad de Dios y acariciar nuestra libertad de respuesta.
Jamás obliga una respuesta
determinada. Siempre está esperando una para congratularse con nuestro acierto
o para brindarnos una nueva oportunidad con nuestro error.
Padre
Martin Ponce de León. SDB