PRIMERO DE MAYO

 

Aquí en nuestro país, como en otros lugares del mundo, casi todo se ha de detener.

El mundo del trabajo se detiene para dar paso a una jornada de logros y reivindicaciones.

Entre pancartas y sonidos harán escuchar su voz y su valía.

No es una jornada para los que están agremiados sino para todos aquellos que con su hacer construyen un mundo más digno.

Es una jornada para asumir que estamos, como en otros momentos de la historia, en un cambio de época.

La historia es cíclica y el mundo del trabajo no escapa a ello.

Hoy, en día, la tecnología va ganando espacios y va desplazando mano de obra.

Sin lugar a dudas es un día para mirar esa realidad, cada vez más cercana, donde mano de obra es desplazada por máquinas inteligentes y sofisticadas.

Mucha mano de obra quedará sin lugar y ello no puede ser indiferente.

Tampoco puede ser indiferente el hecho de ver una expectativa de vida cada vez mayor haciendo con ello que todo sistema jubilatorio se vea en dificultades.

Hubo un tiempo donde dos trabajadores solventaban a un jubilado y hoy esa realidad ya no es así.

Hoy son más y por mucho tiempo más los jubilados y pensionistas y se necesitan varios trabajadores para poder cubrir los haberes de ellos.

Es una realidad que implica una gran erogación del estado y ello no puede indiferente.

Tampoco puede resultar ajena a tal fecha la realidad social en la que nos encontramos.

Una realidad más hedonista  donde importa más el bienestar que el estar bien.

Una realidad más individualista donde  cuesta asumir la responsabilidad que todos poseemos.

Una realidad donde es imposible no constatar el avance del consumo de drogas y todo lo que ello implica.

Se está, sin lugar a dudas, en los umbrales de una nueva época y ello no puede ser abordado con frases llenas de pasado o reclamos colmados de “Ya”

Es una jornada para ayudar a pensar y para mirar hacia adelante.

Mirar adelante con todas las incertidumbres que el mañana posee pero desde las pistas que nos va brindando.

Hoy en día la tecnología nos ayuda a poder mirar en otras direcciones y descubrir el hacia dónde va la humanidad.

No podemos considerarnos viviendo en un país del primer mundo ni nos podemos ver como una realidad del tercer mundo.

Somos un país en desarrollo y, por lo tanto, con logros y carencias.

No tenemos todo solucionado ni tenemos, por delante, un mañana sin dificultades nuevas.

Una jornada como la de mañana no puede limitarse a lo puramente tradicional.

Según dicen es el día que más asado se consume y limitar a ello la jornada sería muy lamentable.

Debe existir un momento para el compartir pero, también, un tiempo para el pensar.

De frente al mañana todos somos responsables y, por lo tanto, cada uno con un algo para aportar a buscar respuestas para esa realidad que nos desafía.

Como cristianos no podemos limitarnos a quedar al margen como meros espectadores.

Así como todos, con la variedad del quehacer cotidiano, construimos un mundo digno también cada uno debe ser responsable de, junto con otros, buscar respuestas para ese cambio de época que se avecina.  

 

Padre Martin Ponce de Leon. SDB