BUENA
NOTICIA
La expresión “Buena
noticia” debería impregnar nuestro ser de cristianos.
Es, sin lugar a dudas, lo
que pretende Jesús transmitamos con todo nuestro ser.
Ello no implica el
saltearnos momentos difíciles o duros en nuestra existencia.
Ello no implica el deber,
muchas veces, enfrentar situaciones exigentes.
Pese a ello estamos
llamados a compartir esa “Buena noticia” que es Jesús para con nosotros todos.
Es saber y experimentar que
somos razón del amor de Dios.
Es tener muy en claro que
siempre nos está amando aunque, tal vez, no lo sintamos presente en nuestra
vida.
Muchas veces he sentido
hablar de la necesidad de que Dios no se aleje de nosotros y ello es una
falacia puesto somos nosotros quienes nos alejamos de Dios.
Somos sus hijos y
constantemente nos ama aunque nuestro actuar esté lejos de ser el correcto.
Jamás se aparta de nosotros
puesto que ello es un imposible para Él que siempre está en nosotros.
Esa experiencia nos debe
hacer vivir con una sonrisa a flor de piel. Nada debe ser más gratificante que
el saber y experimentar que Dios está en nosotros.
Nuestro ser cristianos es
el testimonio constante de esa experiencia.
Siempre podemos
experimentarle cercano y amándonos porque en nosotros.
Lo suyo no es producto de
un dejarse engañar o de un mirar hacia otro lado.
Lo suyo es producto de un
conocernos profundamente y, por lo tanto, aceptarnos como somos.
Sabe de nuestras
limitaciones y nos ama pese a ellas.
Sabe que, en oportunidades,
esas limitaciones habrán de predominar sobre nuestros buenos deseos y nos
llevarán a equivocaciones.
Si no nos equivocásemos no
lo necesitaríamos como sentimos le necesitamos.
Queremos no equivocarnos y
le necesitamos.
Queremos ser coherentes y
le necesitamos.
Esas realidades las podemos
experimentar cuando asumimos nuestras equivocaciones.
Cuando perdemos la
autocrítica los demás son los culpables o responsables de lo que hemos hecho
mal y, por lo tanto, no tenemos lugar para necesitarle ni corregirnos,
No debemos temer a equivocarnos
sino que debemos temer al hecho de no encontrar en nosotros motivos para
necesitarle para cambiar.
Tal cosa es parte de esa
“Buena noticia” que nos proporciona Jesús.
Esto nos da la oportunidad
de aprender a reírnos de nosotros mismos que debe formar parte de nuestro ser
de cristianos.
Reír de nosotros mismos es
saber que no somos perfectos y que nos equivocamos.
Reír de nosotros mismos es
reconocer que podemos, en cualquier momento, “meter la pata hasta el cuadril” y
ello no nos hace peores de lo que somos.
Reír de nosotros mismos es
aceptar que se nos pueden hacer ver nuestras limitaciones y ello no es una
ofensa o un agravio.
Reír de nosotros mismos es
saber brindar motivos para una sonrisa.
Nuestra experiencia de fe
requiere de sonrisas compartidas que nos hacen disfrutar el ser amados y
aceptados por Dios.
Cuando hacemos de nuestra
vivencia cristiana un vivir con rostro adusto nos estamos olvidando somos
testigos de una “Buena noticia”
Cuando no hacemos despertar
una sonrisa olvidamos parte de lo esencial de nuestro ser cristianos.
Ser testigos de la “Buena
noticia” nos hace vivir con una sonrisa a flor de piel.
Padre
Martin Ponce de León SDB