RECONFORTANTE
Se ponían a cierta
distancia y comenzaban a avanzar poniendo un pie en el comienzo del otro.
Así avanzaban, uno a uno,
hasta que uno de los dos tenía la suerte de apoyar su pie sobre la punta del
otro.
Ese comenzaba a elegir. Uno
a uno se iba eligiendo todos hasta que restaban únicamente los dos últimos.
Allí la elección se
demoraba puesto no era sencillo determinar al menos malo de los dos.
El último no era elegido.
Por descarte iba al equipo que debería elegir pero no lo hacía.
En esta elección no pesaba,
únicamente, la capacidad técnica. Solamente los primeros eran seleccionados por
sus capacidades.
Estaban los que eran
elegidos por simpatía personal o por presiones de los ya elegidos.
Mientras los primeros
seleccionados se desentendían del resto de los elegidos los últimos esperaban
con ansiedad su elección.
El equipo que debía
resignarse al último sabía habría de hacer de cuenta que tenía uno menos ya que
el último no contaba.
Esta reminiscencia de los
tiempos estudiantiles viene muy en claro para mostrarnos la manera contraria
del actuar de Dios.
“No me eligen ustedes a mí
sino que yo los elegí a ustedes”
Él no elige ni a los
mejores ni a los más buenos. Simplemente elige a los que quiere porque así lo
quiere.
Tal vez no exista una
elección arbitraria de parte de Dios.
Conoce al ser humano en su
totalidad y lo elige por lo que es.
No pesa en su elección lo
que ese ser humano puede llegar a ser ni lo que ha sido sino que elige por lo
que se es.
Conoce, por lo tanto, sabe
de luces y sombras, y elige a cada uno.
No lo elige para
solucionarle la vida, evitarle dificultades o hacerle acreedor de obsequios
privilegiados.
Elige para que se sea,
desde lo que cada uno es, prolongador de Jesús para el hoy.
Elige para que con la vida
se haga crecer su reino en medio de la realidad.
Esta realidad no es un algo
que haga uno se pueda sentir mejor que los demás sino, casualmente, todo lo
contrario puesto que con una tarea inmensa por cumplir.
Esta realidad debe hacer
que, desde la autocrítica, se experimente la necesaria conversión para poder
cumplir la misión así como la necesidad constante de la ayuda divina.
Es tan importante y grato
el reconocerse elegidos por Dios que se debe intentar fallarle lo menos
posible.
No elige para que los
elegidos “hagan gárgaras con su nombre” sino para que vivan como Él lo desea.
No es una elección por
sabiduría sino para una actitud ante la vida.
Él conoce a cada uno de sus
elegidos y confía en que, dejándose ayudar por Él, puede cumplir con la tarea
encomendada.
Jamás se aparta de los que
ha elegido y siempre está dispuesto a colaborar para el cumplimiento feliz de
su tarea.
Es muy reconfortante saber
que ha sido Él quien ha elegido.
Es muy reconfortante saber
que no se depende de las pobres posibilidades personales sino que siempre Él
está allí para actuar junto a sus elegidos.
Padre Martin Ponce de Leon SDB