Por qué discutimos
P. Fernando Pascual
12-5-2018
Discutimos por muchos motivos,
pero uno de los más importantes consiste en un sencillo hecho humano: no
estamos de acuerdo.
¿Por qué ocurre eso? Porque
vemos las cosas desde perspectivas diferentes. O porque tenemos presupuestos
antitéticos. O por otros motivos (también de tipo emotivo) que nos llevan a
defender ideas contrapuestas.
Tener ideas distintas no basta
para discutir. Hace falta un paso ulterior, que resulta sumamente interesante:
tener el deseo de convencer al otro.
Alguno pensará (una idea que
también merece ser discutida) que nadie debería convencer a otro.
Paradójicamente, quien piensa así muchas veces intenta convencer a los demás de
que no hay que discutir ni convencer a nadie...
No podemos negarlo: los seres
humanos tenemos una tendencia muy fuerte a buscar que otros lleguen a pensar lo
mismo que nosotros.
Esa tendencia, desde luego,
puede estar herida por sentimientos de orgullo, o de desprecio hacia el otro, o
de prepotencia, o incluso por intereses turbios y deseos de engañar.
Pero normalmente, en muchos
casos, esa tendencia surge de algo sumamente positivo: si uno cree que este
comportamiento es saludable, resulta hermoso buscar que otro lo comprenda e
incluso cambie su estilo de vida.
Por eso, a la hora de iniciar
una discusión, necesitamos acoger al otro como ser inteligente, escuchar sus
razonamientos, ofrecer los nuestros, y buscar juntos aquello que nos permita
avanzar hacia la verdad.
En algunas ocasiones el otro
reconocerá sus errores. En otras, seremos nosotros mismos los que abriremos los
ojos ante nuestros fallos. Y en otras, unos y otros descubriremos que no
tenemos argumentos válidos y que necesitamos replantear el tema.
Ha iniciado una nueva
discusión. Con un poco de buena educación podremos mantenernos serenos y
abiertos. Hablaremos y escucharemos con atención. Buscaremos los puntos débiles
y los puntos fuertes de cada postura.
Al final, esperamos, algo
habrá cambiado para mejor, si se ha producido un acercamiento hacia verdades
que nos ennoblecen como seres humanos, y que nos unen en el camino que conduce
hacia el bien, la belleza y la justicia auténtica.