Lo que sale del corazón del
hombre
P. Fernando Pascual
12-5-2018
Mantener limpio el corazón
permite evitar pecados y vivir en el camino de la verdadera santidad, que
consiste en el amor.
Cristo enseńó que "del
corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones,
robos, falsos testimonios, injurias" (Mt 15,19).
Preocuparse, entonces, por la
limpieza exterior, no tiene sentido si no trabajamos seriamente por la limpieza
interior.
Por eso, un cristiano no solo
intenta evitar los pecados, sino que busca purificar sus intenciones,
pensamientos, incluso lo que ve y oye.
Cada uno alimentamos nuestras
almas con los sentimientos que acogemos, con las lecturas que hacemos, con los
comentarios que escuchamos, con las reflexiones que elaboramos.
Si queremos que nuestro
corazón sea sano, le daremos una buena dieta, con todo aquello que nos permita
abrirnos a Dios y amar al prójimo.
En esa dieta un lugar clave lo
ocupa el mismo Evangelio, íntegro, sin recortes, tal y como es acogido, explicado
y vivido por la Iglesia.
Luego, necesitamos fomentar la
vida de sacramentos, que se nutre de la experiencia central de nuestra fe
católica: el bautismo.
Además, una buena dieta
incluye una intensa vida de oración, en la que el alma puede hablar continuamente
con Dios para dar gracias, pedir ayuda, alabar, interceder.
Un corazón bien orientado, con
la mirada puesta en Dios y en su Iglesia, se convertirá en sal de la tierra y
luz del mundo (cf. Mt 5,13-16).
Entonces dejaremos la levadura
vieja del pecado, ese que sale de corazones heridos, y empezaremos a dar frutos
de amor generoso y de justicia verdadera (cf. Flp 1,9-11).