JESÚS
AL CIELO
Es casi como el necesario
final de una historia llena de fidelidad, entrega y grandeza.
Vaya uno a saber cómo habrá
sido el verdadero final.
Era una concepción muy
común en aquel tiempo el que algunos personajes eran tan grandes en su
humanidad que no podían finalizar su historia con una desaparición física.
El final de algunos grandes
personajes era el cielo donde Dios se los llevaba junto así para confirmar
definitivamente se grandeza.
Ya no podía ser mirado como
uno más puesto que su destino final estaba en el cielo junto a Dios.
Así concluye la historia de
Jesús y tal hecho despierta interrogantes.
¿Qué es, en definitiva,
estar en el cielo junto a Dios?
El cielo no lo podemos
entender ni pensar como un espacio físico sino un “lugar” donde están, en
plenitud, las cosas de Dios.
Desde Jesús “Dios se hizo
hombre y habitó entre nosotros”
Por lo tanto “las cosas de
Dios” están entre la realidad de los hombres.
En la humanidad de Jesús
debemos buscar el conocer a Dios.
El Reino de Dios “ya ha
llegado y está entre vosotros”
Jesús no se va al cielo y
nos abandona sino que se hace una presencia mucho más intensa y determinante
entre “las cosas de los hombres”
Por ello su final no es un
dejarnos sino un hacerse una presencia mucho más fuerte porque en el Reino de
Dios que está entre nosotros.
Será alguien que estará
entre nosotros ayudándonos en la construcción de eso que hace y dice del Reino
de Dios entre nosotros.
Cuando descubrimos a seres
que nos muestran que se puede vivir conforme lo que Dios nos presenta aunque
ello implique ir contracorriente estamos descubriendo la acción de Jesús entre
los hombres.
Cuando nos encontramos con
seres capaces de poner en nuestro hoy un algo de ternura desde su manera de ser
estamos encontrándonos con la acción de Jesús entre los hombres.
Cuando podemos disfrutar de
seres que se encargan de ayudar a que personas se sepan tratadas y aceptadas
como tales estamos disfrutando de la acción de Jesús entre los hombres.
Cuando en este hoy cargado
de prepotencias encontramos seres que ponen trozos de ternura estamos
encontrándonos con la acción de Jesús entre los hombres.
Su “subir al cielo” no es
otra cosa que un estar entre los hombres potenciando esas pequeñas cosas que no
hacen otra cosa que dignificar a la condición humana puesto que allí están “las
cosas de Dios”
Los relatos evangélicos nos
dice que subió al cielo “con cuerpo y alma” como una forma de decirnos que Dios
jamás abandona la realidad de los hombres.
Se hizo hombre y, desde ese
momento, siempre habremos de deber buscarle y encontrarle entre “las cosas de
los hombres”
La ascensión de Jesús no es
un alejarse de lo nuestro sino una forma nueva y definitiva de presencia entre esa realidad humana que, un
día, quiso asumir como propia.
Se hizo hombre, compartió
con los hombres, buscó un mundo fraterno y fracasó en su intento muriendo en la
cruz, resucitó y “se fue al cielo” sería una forma nefasta de ver la historia
de Jesús.
Lo de Jesús continúa siendo
una historia sin final puesto que asumió lo nuestro y continúa ayudándonos para
que lo de Dios sea entre nosotros y su mundo fraterno pueda ser intento de
realidad.
Padre Martin Ponce de Leon SDB