El complejo del especialista
P. Fernando Pascual
18-5-2018
Aparece un artículo sobre un
tema interesante. Alusiones, citas a mitad, palabras técnicas, tesis y
antítesis.
Normalmente, los especialistas
comprenden en seguida de qué se trata, cuál sea el estado de la cuestión, qué
defiende el articulista.
Los no especialistas se
pierden entre alusiones, nombres pocos conocidos, frases complicadas, y un
estilo que no aclara, sino que oscurece.
Es cierto que un escritor
escoge a qué público quiere hablar. Por eso un trabajo científico se dirige,
muchas veces, a lectores competentes que seguramente entenderán mucho (a veces
no todo) de lo que se dice.
Pero también es cierto que
muchas personas leerían con gusto trabajos divulgativos donde se supere el
lenguaje críptico del especialista y se digan las cosas de modo sencillo y
asequible.
En un mundo donde las ciencias
se especializan hasta límites insospechados, la gente desea síntesis bien
elaboradas y textos comprensibles, capaces de ser leídos por un gran número de
personas de cultura media.
Por eso, superar el complejo
del especialista, el deseo de hablar con fórmulas y términos que solo algunos
conocen, hará posible que más personas entiendan temas centrales sobre los que
se juega el presente y el futuro de la humanidad.
Ello no significa perder
calidad ni promover posiciones demagógicas, en las que por buscar lo
divulgativo se llega a tratar de manera inadecuada argumentos serios.
No es fácil conjugar rigor y
claridad, especialización y acercamiento al gran público. Pero tampoco es
imposible, sobre todo cuando tantos debates se llevarían adelante con mejores
resultados si hubiese más especialistas claros y asequibles.