COSAS
DE LA VIDA
He dudado en el título que
debería tener este artículo ya que bien debería llamarse: “Cosas de Dios”
El hecho sucedió hace mucho
tiempo atrás pero hoy se vino hasta mí como si hubiese sucedido recién.
Me habían solicitado le
hiciese llegar un juego de ajedrez.
Su presencia en la cárcel
le hacía tener mucho tiempo libre y, por ello, ese juego que implicaba mucho
tiempo para pensar sin ser en lo que se piensa en ese lugar.
Entré en un comercio para
ver si podía adquirir uno.
Allí había diversos juegos
de cajas y algunas, a más del ajedrez, tenían otros juegos.
No me interesaban los otros
juegos y tampoco quería no cumplir con el pedido.
Se me acerca una de las
vendedoras para preguntar, supongo yo, si me podía ayudar en algo como suelen
hacerlo.
Detrás de un mostrador se
escucha una voz “A ese cliente lo atiendo yo”
Miré en la dirección de
donde provenía la voz y una señora miraba en nuestra dirección.
La vendedora que se me
había acercado realizó una seña y se retiró.
Yo me quedé esperando ser
atendido por aquella otra persona.
Con una inmensa sonrisa se
acercó y me dice: “Vamos a ver en qué podemos ayudar a este cliente especial”
Le manifesté la razón de mi
presencia y deseaba saber si tenían y el costo del juego.
Me indicó que esperase un
momento y se retiró por detrás de los estantes.
Allí esperé un momento y se
apareció con una caja donde estaba, únicamente, aquel juego.
Volví a preguntar por el
costo y volvió a lucir una brillante sonrisa blanca.
“¿Esto es lo que buscaba?”
Le expliqué la razón de mi presencia allí y el motivo de mi pedido concreto.
Con cierta timidez pregunté
el costo ya que, lo más probable, fuese que debía volver con más dinero del que
tenía.
“Si esto es lo que buscaba,
llévelo y no pregunte más”
No sabía muy bien que era
lo que debía hacer pero decidí tomarlo, agradecerle y retirarme.
Antes de salir de aquel
lugar miro hacia atrás y la que me había atendido conversaba con la que me iba
a atender en primera instancia. Supuse le estaba explicando la razón de su
comportamiento.
Ese mismo medio día, en
donde estaba detenido aquel joven, entregaba el juego que se me había
obsequiado.
Mucho tiempo después,
cuando ya estaba en libertad, pude explicarle cómo había conseguido aquel juego
y a quien debía agradecer.
Son de esas sorpresas que
nos depara la vida.
Son de esos mimos que nos
obsequia Dios.
En nuestra vida siempre nos
encontramos con sorpresas que se nos obsequian.
En nuestra vida siempre
encontramos ocurrencias o iniciativas que nos ayudan a responder a
curiosidades.
Dios se vale de seres para
regalarnos trozos de su ternura para animarnos a no bajar los brazos y poder
ser útiles.
Dios nunca nos deja solos y
siempre nos está haciendo saber que está allí para ayudarnos.
Son cosas de la vida que
nos sorprenden. Son cosas de Dios que nos mima.
Padre Martin Ponce de León
SDB