No tan relativistas como
parece
P. Fernando Pascual
1-6-2018
El relativismo ha logrado una
gran difusión en el mundo moderno, pero no es tan omnipresente como parece.
Porque continuamente
encontramos personas que tienen muy poco de relativistas. Basta con escuchar o
leer lo que defienden.
Varios ejemplos. Una sentencia
de los jueces. Algunos aplauden, otros critican. Muchos, ni han leído la
sentencia, pero tienen opiniones muy claras sobre la misma.
Una manifestación a favor de
los animales. No se discute (como haría un relativista) si tienen o no
dignidad. Simplemente, se los defiende con firmeza, desde convicciones claras.
Un grupo de personas defienden
los principios del Corán. No los ven como algo contingente, sino como una
verdad incuestionable, válida para ayer, para hoy y para el tiempo futuro.
Una denuncia contra la
corrupción de los políticos. Para los denunciantes, la corrupción no es una
idea ética discutible, sino un mal claro, evidente, que siempre hay que
perseguir.
El elenco podría ser mucho más
largo. Muestra, simplemente, cuántas personas y grupos no son relativistas
respecto de muchos temas sobre los hablan, aprueban, condenan, defienden o
rechazan.
Señalar lo anterior no
significa negar la presencia del relativismo en numerosos ámbitos humanos.
Muchos siguen defendiendo que todas las religiones son iguales, desde la idea
relativista de que ninguna puede garantizar ser verdadera...
El mundo en el que vivimos
presenta, así, diversas caras. Conviven quienes son relativistas (no para todo)
con quienes tienen convicciones fuertes y verdades absolutas (tampoco para
todo).
Ante ese pluralismo de
posiciones, no tiene sentido cruzarse de brazos. Porque si una idea es
defendida por varios (o por muchos) hay que saber afrontarla y discutirla desde
una pregunta tan vieja como la humanidad, y que desmonta relativismos baratos:
esa idea, ¿es verdadera o es falsa?