Decadencia y resurgimiento
P. Fernando Pascual
15-6-2018
La palabra decadencia sirve
para señalar que en un proceso temporal se pasa de una situación mejor a otra
situación peor.
Su uso es muy variado. Casi es
un tópico hablar de la decadencia de un Imperio o de una civilización. Puede
ser menos común, pero no extraño, hablar de la decadencia en la vida de un
matrimonio o de una amistad.
Por su parte, la palabra
resurgimiento puede usarse para describir un proceso que permite volver a una
situación anterior considerada como buena o positiva.
Por ejemplo, se habla del
resurgimiento (o renacimiento, o regeneración) de la cultura, del arte, de la
democracia, y de otras situaciones humanas.
Si los términos decadencia y
resurgimiento pueden ser definidos con más o menos precisión, resulta más
difícil aplicarlos a casos concretos.
¿Es correcto, dirá alguno,
hablar de decadencia de la Edad Media, cuando en realidad quizá se produjo un
resurgimiento de valores del pasado?
¿O sería exacto describir la
situación política actual de algunos Estados democráticos como decadencia,
cuando quizá estamos ante un cambio que va a provocar mejoras serias?
Más allá de esas dificultades,
descubrimos en los dinamismos humanos esas dos posibilidades: la de perder
cosas buenas e importantes, y la recuperar situaciones y aspectos positivos del
pasado que merecen ser rescatados.
En el fondo, hablar de
decadencias, de resurgimientos, de retrocesos y de progresos, supone reconocer
que en la existencia de las personas y de los grupos se producen cambios a peor
o a mejor.
Lo cual es algo inherente a
nuestra condición de seres libres, abiertos a muchas opciones, algunas que se
manifiestan dañinas con el pasar el tiempo, y otras benéficas y sanas.
En el actual proceso de la
historia, ¿estamos ante una decadencia o ante un resurgimiento? No será fácil
responder, pero sí podremos, al menos, analizar seriamente si nuestras ideas y
decisiones son lo suficientemente maduras como para apartarnos del mal y para
promover ese bien que anhelamos en lo más íntimo de nuestros corazones.