Una palabra prohibida
“Alegraos y regocijaos” (11)
Pbro. José
Martínez Colín
1)
Para saber
Como recordamos, la última Exhortación Apostólica del Papa se llama
“Alegraos y regocijaos”. Palabras que están tomadas de una bienaventuranza de Jesús:
“Bienaventurados cuando os injurien, os persigan y, mintiendo, digan contra
vosotros todo tipo de maldad por mi causa. Alegraos
y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo” (Mt 5,
11-12).
El sufrimiento, en sí mismo, no es deseable. Sin embargo, cuando se
padece por alguien, cobra mucho valor y muestra de forma patente el amor que se
tiene. Ello lo constatamos al admirar el amor de los padres por sus hijos y del
sacrificio que hacen por ellos.
2)
Para pensar
Las palabras de Jesús son proféticas. Tal sucedió en el caso
de un profesor de la Universidad de ISM (Administración y Economía) en
Lituania, llamado Saulius Matulevicius.
Recuerda que cuando era pequeño y Lituania estaba invadida por Rusia, había una
palabra que estaba prohibida y que nadie se atrevía a decir: esa palabra era Dios. En aquel tiempo, sus maestros
eran comunistas, todos los libros de las bibliotecas eran marxistas y defendían
el ateísmo. Cuando tenía ocho años, una niña de la escuela afirmó que Dios
existía, y recuerda cómo la maestra se enfureció mucho y le empezó a gritar colérica
argumentos a favor el ateísmo.
El asistir a Misa era correr el riesgo de ser discriminado o
encarcelado. Su familia luchaba por conservar su fe católica, pero era muy
difícil pues la gran mayoría de sus amigos ya eran ateos. Quien mostraba su fe
o luchaba por vivir según las enseñanzas de la Iglesia, especialmente en lo
relacionado con la pureza, era objeto de burlas y discriminación. Sus amigos
empezaron a tomar alcohol con exceso y a tener relaciones sexuales con las
chicas, pero él procuraba vivir la castidad y la templanza. No lo comprendían,
se reían y se burlaban de él. A Saulius le dolía pues
eran sus amigos.
Sin embargo, al cabo de diez años, unos se volvieron alcohólicos,
otros se enrolaron en bandas violentas o cayeron en la droga. A otros el
desenfreno sexual los llevó a diversas perversiones. Uno pasó de la violencia
al crimen y fue condenado por asesinato. Varios murieron de sobredosis y muchos
padecen enfermedades venéreas.
Haber sido coherente con su fe, además de crecer en su fe, lo
preservó de muchos males. A partir de la independencia de Lituania, Saulius pudo profesar libremente su fe, y educar conforme a
ella a sus hijos. Cuenta que se emocionó mucho leyendo una ilusión que escribió
en su juventud: “En el futuro quiero ser santo en medio de las cosas de cada
día, santo en la vida corriente”.
3)
Para vivir
Desde que la Iglesia comenzó a desarrollarse, comenzaron
también sus padecimientos. En la Sagrada Escritura se nos relata cómo los
Apóstoles fueron incomprendidos y perseguidos por los principales de Jerusalén.
Los Apóstoles Pedro y Juan fueron encarcelados y azotados, sin embargo,
siguiendo la enseñanza de Jesucristo, nos cuenta la Escritura que al salir de
la cárcel iban gozosos porque habían sido dignos de ser ultrajados a causa de
Jesús (Hechos, 5, 41).
Por eso la alegría siempre acompaña al seguidor de Jesucristo, pues tanto
en las buenas como en las “malas”, el Señor no abandona, y cumplirá la promesa
del Cielo.