INSERTIDUMBRE

 

Dentro de un tiempo tendremos algún y, por supuesto, alguna película.

Hoy, únicamente, podemos tener deseos e incertidumbre.

Todo es tan lejos que, de muchas cosas, no podemos hacernos idea.

Un grupo de niños y adolescentes con su director técnico desaparecen.

El hallazgo de bicicletas en entrada de una cueva dice donde deben buscar.

Allí comienza la imaginación a volar.

Comenzó la lluvia y el grupo decide adentrarse en la gruta para no mojarse.

En el primer espacio, más o menos grande, deciden establecerse para refugiarse.

El agua, dentro de la gruta, comienza a crecer y deben internarse un poco más.

No se piensan en consecuencias sino en salvarse de aquel diluvio propio del monzón.

Entran y buscan. No se tiene mucha noción de la distancia por la que se van adentrando.

Es por un rato hasta que se calme la lluvia.

No tienen en cuenta la importante cantidad de agua que va corriendo dentro de la gruta.

Se instalan y consumen todo lo que ha sobrado de aquel día de actividad.

Dentro de la gruta el tiempo pasa sin que se tenga noción de día o de noche. Todo es oscuridad y agua que corre con fuerza.

El tiempo comienza a pasar y lo notan por el cansancio que va ganando a muchos de ellos. Algunos descabezan un sueño y otros esperan.

Ya no esperan pare la lluvia puesto que la misma ha quedado lejos, ahora deben esperar descienda el agua que continúa corriendo intensa y barrosa.

No tienen otra fuente de calor que el poco calor que irradia el cuerpo de sus compañeros.

La lluvia debe de haber cesado pero ellos están ausentes a ese dato. Se limitan a esperar.

Algunos de ellos apelan a su cultura religiosa y realizan sus momentos de meditación y oración.

Ya van quedando apagados todos los temas de conversación y el silencio se opaca por la fuerza del agua que corre cerca de ellos.

Nadie se reprocha el haberse decidido a entrar en la gruta en lugar de regresar empapados.

Ahora están atrapados, empapados y ateridos de frío. Las horas pasan y galopan por las mentes de aquel grupo imaginando lo peor.

Son conscientes de que ha pasado mucho tiempo. Demasiado tiempo. Alguno se anima a plantear sus pensamientos funestos.

Por un instante hablan de ello pero inmediatamente ocultan el tema. Saludable es mantener la única luz que pueden tener en aquellos momentos: la esperanza.

No se engañan pero saben que la esperanza es cada vez más frágil.

Desconocen que son noticia mundial y fuera de la gruta un grupo de rescatistas trabajan para dar con ellos.

El ruido del agua que corre a sus pies impide escuchar el zumbido incesante de bombas realizando el achique del caudal de agua.

Agua que sale del interior de la gruta e invade y anega sembradíos.

Agua que brota día y noche sin que ello permita visualizar mucho desnivel en el interior.

Ajenos están a que rescatistas y buzos de muchos lejanos lados buscan en el interior y por aquellos canales laberínticos.

El agua se mueve extraña. Un buzo surge y los descubre. Ellos tapan sus rostros encandilados por tanta luz.

Ahora todo es incertidumbre y la esperanza más cercana.

 

Padre Martin Ponce de Leon SDB