El periodista ante los datos
P. Fernando Pascual
8-7-2018
Muchas noticias están
configuradas a través de un proceso sencillo. Llegan ciertas informaciones. Se
seleccionan, elaboran, reordenan, según los puntos considerados más relevantes
o según las ideas del periodista. Luego, el producto final llega a la gente.
Lo que sorprende en muchos de
esos procesos es la ausencia de un esfuerzo serio por controlar datos, por
verificar informaciones, por contrastar opiniones, por poner en duda aspectos
posiblemente manipulados.
¿Por qué ocurre esto?
Normalmente, por prisas: apenas llega un dato nuevo, todos corren para obtener
la "primicia", para dar a conocer la noticia antes que los demás
medios informativos.
Otras veces, a algunos
periodistas les interesa mucho lo que pueden sacar de un dato para defender
ciertas ideas, para ensalzar (o denigrar) a personas concretas, mientras dejan
de lado la exactitud, incluso la veracidad, de ese dato que empieza a girar por
internet y por muchos medios de comunicación.
Gracias a Dios, existen otros
periodistas y personas interesadas seriamente en el mundo de la información que
ante la llegada de un dato nuevo empiezan a investigar desde una serie de
procedimientos más o menos sistemáticos.
El primer procedimiento es
obligatorio en ciertos casos, y consiste en preguntarse: ¿estamos ante un dato
falso, una manipulación, una mentira, una frase inventada? Sorprende ver cómo
ciertas "fake news"
giran durante horas (incluso durante días, meses, y hasta años) sin que haya
habido la atención suficiente para frenarlas al inicio.
El segundo ha de ser aplicado
siempre: controlar la exactitud de los detalles, la precisión de las frases
atribuidas a personas concretas, la contextualización fiel de esas mismas
frases, y la apertura para acoger otras perspectivas y puntos de vista sobre el
asunto en cuestión.
El tercero nace desde la
conciencia de quien elabora las informaciones de tener sus ideas personales (no
existe el periodista neutral), que permite, a la hora de organizarlas,
distinguir entre los datos (por un lado) y las valoraciones (por otro) que uno
tiende a hacer, para no manipular consciente o inconscientemente a los
lectores.
Este tercer procedimiento
llevará al periodista honesto a ofrecer a los lectores u oyentes una separación
clara entre los hechos (que ofrecerá de la mejor manera posible) y las propias
valoraciones personales. Serán luego los lectores quienes evalúen si comparten
o no tales valoraciones, pero al menos agradecerán la franqueza de quien manifiesta
sus preferencias separándolas de los datos.
Se podrían añadir más
aspectos. Lo importante es promover formas sanas de periodismo en las que los
"datos" no giren sin los necesarios controles de verificación, ni
queden manipulados según preferencias subjetivas del agente informativo.
En esas formas sanas de
periodismo habrá seriedad, calma para controlar cada información que llega, y
un reconocimiento sincero y honesto de las propias preferencias, con el fin de
que luego la gente pueda aceptarlas o rechazarlas maduramente.