Hablar y actuar
P. Fernando Pascual
16-7-2018
Hablar, dar opiniones, ofrecer
ideas, proponer iniciativas: parece fácil. Basta con tener inventiva, un poco
de habilidad para comunicarse con otros, y ese impulso natural que lleva a
muchos a decir lo que piensan.
Actuar, ponerse los guantes y
arreglar una caldera, ayudar a un anciano en su higiene personal, rellenar los
formularios para tener lista la documentación: no es tan fácil. Incluso algunos
se sienten casi paralizados.
Nos duele, en tantos ámbitos
humanos, encontrar cómo algunos hablan y opinan sin parar, para luego
escabullirse a la hora de acometer las tareas más fundamentales.
Al revés, nos alegra, en el
camino de la vida, encontrar a personas que se sacrifican y se entregan a
tareas, a veces ingratas, pero necesarias y, en muchos casos, meritorias,
porque tienen cariño hacia los demás.
Por eso, más que limitarnos a
constatar estos fenómenos, vale la pena preguntarnos: ¿soy de los que una y
otra vez opinan y discuten, con habilidades mayores o menores, pero luego se
esconden si hay que asumir tareas no siempre gratas?
Es cierto que las acciones
necesitan, en muchos casos, una palabra para apoyar ciertas causas o para
promover una mayor difusión del bien. Pero también es cierto que en otros casos
uno lamenta escuchar tantos discursos y luego experimentar cierta soledad a la
hora de llegar al trabajo concreto.
En un mundo donde abundan las
opiniones, donde la tecnología permite llenar de palabras tantos temas, serán
bienvenidos aquellos corazones que descubren las necesidades de los familiares,
amigos y conocidos, y que luego invierten parte de su tiempo para promover lo
bueno y lo justo.
Lo cual vale, también, en el
mundo de la fe. Basta con recordar aquellas palabras del Maestro: "No todo
el que me diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que
haga la voluntad de mi Padre celestial" (Mt 7,21). Porque de nada
sirve, añadía Jesús, escuchar un buen discurso si luego no se lleva a la
práctica.
Hablar y actuar. En este día
que inicia, tengo oportunidades para lo uno y para lo otro. Lo dicho y lo
realizado desde el amor y para el amor, quedará escrito en el corazón de Dios y
abrirá en casa, en el trabajo, en otros ambientes, espacios de alegría y
señales concretas de bondad auténtica.